El resultado de las Elecciones Andaluzas 2022 sorprende hasta un límite que roza lo absurdo. Los andaluces pasarán de ser gobernados por el partido político más corrupto de la Historia de dicha Comunidad Autónoma, tras 40 años en el poder, al segundo más corrupto en la lista española. Los andaluces han escogido una “alternativa” de lo más increíble. Otro dato importante es que de los más de 6.4 millones de andaluces en edad de votar, solamente han ejercido su derecho 3.7 millones, es decir, una abstención del 42 %.

El ser humano ha progresado y evolucionado gracias a su mente analítica, primeramente alimentando el cerebro con proteínas y todo tipo de sustancias beneficiosas, que le han llevado a un desarrollo notable y a un tamaño superior en proporción a las demás especies. A lo largo de miles de años, la mejora en la alimentación y el cúmulo de datos y experiencias (la transmisión entre padres e hijos), ha proporcionado a cada generación un nivel de conocimientos superiores a las anteriores. Hasta que llegó el siglo XXI, el siglo teóricamente más tecnológico de la Historia y que, paradójicamente, más ha retrocedido dicho carácter analítico de nuestra especie.

Las modas “irracionales” comenzaron con la alimentación, con la dieta misma, cada vez más parca en proteínas y vitaminas naturales, por consiguiente, la calidad que nutre a nuestra materia gris está siendo cada vez peor. Si a ese factor sumamos un sistema conformado para un colectivo exclusivo y hermético, tenemos que el ser humano está retrocediendo sin remedio a épocas remotas, involucionamos y estamos perdiendo la capacidad analítica que nos ha llevado al éxito como especie.

La primera revolución social de la Era Moderna sucedió en España. Precisamente se emite en estas fechas una serie dedicada a dicha revolución, la de los Comuneros, que tuvo una repercusión a nivel mundial, pero que por ser española, se ha ninguneado y omitido en los libros educativos en el resto del mundo, al igual que todas las gestas científicas, religiosas y filosóficas aportadas por los españoles en este último milenio. Y digo milenio, porque mientras en Europa se bebía cerveza y luchaban en tapa-rabos con cachiporras, en Al-Ándalus se operaba de cataratas y se revolucionaba la Agricultura, entre otros muchos avances. ¿Por qué los españoles fueron tan avanzados con respecto a otras culturas, por qué guiaron por un camino que los demás siguieron hacia la modernidad? Nada menos que por nuestra capacidad analítica, al carácter individualista de seguir otra perspectiva alternativa sociopolítica y económica de toda materia. Dicho “espíritu crítico” permitía una mejora progresiva con respecto a la generación anterior.

Cuando se eligió hace más de cuatro décadas un sistema político basado en la Democracia y la Consulta permanente con el Pueblo, se vio de nuevo una revolución civilizada y que cambió pacíficamente de un régimen militar a otro representativo en España. Pero en vez de ir mejorando dicho sistema, y cumplir con los preceptos propuestos en una Constitución, se permitió que cuatro políticos en sus Partidos enturbiaran la perspectiva del Pueblo, tejiendo una red de poder “exclusivo” para la clase política.  Han engañado con las mismas tretas que sus homólogos en los demás países “civilizados” y llamados “libres”, ya que, en realidad, llevan más de un siglo dominando y saboteando el bienestar socioeconómico y medioambiental del planeta.

Los políticos son los que promueven los problemas donde no los haya, los conflictos y las guerras. Los políticos dejaron de aplicar su capacidad analítica para el colectivo, para provecho propio exclusivamente. La red está tan extendida y es tan hermética que, a los que notamos el fallo, solamente nos queda la abstención como signo de protesta y revolución. Si recordamos la Consulta de Maastricht, que se tuvo que repetir varias veces hasta que resultó el SI deseado por los políticos, comprobamos ya entonces que la “voluntad del Pueblo” no es más que una fantasía decimonónica.

En Andalucía solamente han votado el 58 % de las personas en edad de votar. Este dato debe verse con la perspectiva correcta y no con las absurdas teorías y sandeces de los pseudo-analistas. Lo correcto es decir que ya estamos hartos de la clase política, y que con la abstención reclamamos un cambio en la Constitución que limite el poder de los políticos y se suprima lo innecesario de los presupuestos generales, por ejemplo, ese diez por ciento como mínimo de parásitos que viven a costa del trabajador activo. Seamos españoles, recuperemos la capacidad analítica que nos ha caracterizado siempre. Observemos la cuestión desde otras perspectivas, siempre en busca de mejoras y progreso. Lo básico: vivienda, alimentos y energía, son ahora productos de lujo para el enriquecimiento de una clase política sin escrúpulos… ¿No es suficiente dato que casi tres millones de andaluces no quieran participar del circo político montado? ¿No es cifra suficientemente significativa como para plantear otra alternativa de gobierno?

César Metonio

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