A los profesionales nos ocurre que, cuando empezamos un trabajo, muchos clientes se entrometan en las técnicas o maneras de pintar. No es negativo, pues durante treinta años de experiencia y gracias a algunos oportunos consejos, se llega a una gran maestría. Nunca viene mal aprender y menos en oficios cuya variedad de materiales y superficies son tan numerosas. Cuando se llega a una gran maestría, que un cliente te exija, por ejemplo, que protejas con cinta de carrocero los marcos de las puertas, cansa un poco, pues la explicación se ha repetido tantas veces que el tono puede resultar hasta ofensivo. No hay que perder los estribos, «ante todo calma».
Cuando nos encontramos una habitación con las paredes y techo con gotelé y nos piden pintar las paredes de color y el techo blanco, lo primero es vaciarlas de adornos y cuadros. Si hay muebles, cubrirlos con plásticos “cubre-todo”. Luego taparemos el suelo con cartón o telas que no transpiren, es decir, que nos aseguremos de que las gotas de pintura no traspasen dicha tela. Ayer mismo pinté la habitación que os muestro en las fotos, así que la voy a poner de ejemplo por si os resulta práctica mi manera de pintar, pues la terminé en una tarde, y ha quedado preciosa.
Primero debéis revisar el estado de las paredes y tapar con masilla posibles grietas y desperfectos, tapando también los agujeros que suelen quedar de antiguas utilidades, como tacos para alcayatas o clavos que el cliente no va a utilizar. Durante todo el trabajo tendremos siempre a mano un trapo humedecido con agua para que el enmasillado no quede como un pegote ni liso, pues la superficie es irregular y tenemos que procurar imitar su relieve. Esperaremos a que seque un poquito la masilla de la pared y techo reparados mientras preparamos las herramientas y pintura blanca para el techo. Frotaremos suavemente las zonas enmasilladas cuando estén casi secas para que se disimule entre el resto de la superficie: un par de pasaditas suaves para no eliminar la masilla del todo y listo. Si lo tapado se ha quedado liso y se nota claramente, deberemos echar gota. Si es una zona muy pequeña, podemos echarla con una escobilla y con la pintura de acabado, pues son tan densas que queda bien. Si son zonas muy grandes las reparadas, no queda otro remedio que echar gotelé con la pistola y compresor de aire. En el caso de ayer, esperé a que secara todo una media hora y fui echando gotas en los lugares que se habían quedado lisos. Se requiere de práctica, así que no os pongáis nerviosos, si os sale mal, alisáis con la brocha la gota que no os ha gustado, esperáis a que seque un rato y lo volvéis a intentar.
Pintura plástica blanca mate para el techo. Uso una calidad intermedia y el cubo de 15 litros me cuesta sobre los 30 euros. Hay muchas marcas y muchas calidades, pero yo prefiero Profimat de Montó por su cubrición y buen acabado. Rodillo, alargador telescópico y una buena mano a todo el techo. Como lo hemos cubierto todo, no nos importa si alguna gota cae, y si cae fuera de nuestro perímetro de trabajo, pues tenemos el trapo humedecido para limpiarla. En el caso de ayer, me bastó con una mano pues no son clientes fumadores ni se sufre contaminación proveniente de la calle (humos de vehículos). Debemos tener claro que no siempre la aplicación de sucesivas capas mejora un resultado. Puede que el cliente insista en que apliquemos “otra manita”. Lo haremos pues no queda otro remedio, quien paga manda, pero estamos añadiendo cinco o seis kilos de peso a los que ya soporta, susceptible de desconchados y desperfectos en un futuro no muy lejano. Por último, debéis cercioraros de que la zona de unión con la pared quede bien pintada de blanco (los rincones), la parte más difícil del trabajo, pues luego debemos perfilar en linea recta con el color de la pared.
En el caso de ayer, el cliente me pidió un color verde que fuera bonito. Así que le hice unas pruebas mezclando en una base blanca el verde común con el turquesa y unos chorritos de ocre. Cuando lo vio al lado del verde paliducho que tenía, se asustó un poco, pero existe una regla fundamental que no debemos olvidar: las pinturas mates bajan el tono con el secado y se decoloran con la luz del sol directa y las pinturas satinadas, por el contrario, suben de tono cuando secan y las blancas amarillean con el tiempo. Esta regla es invariable, así que las pinturas mates hechas con base blanca y tintes, nunca superan el tono del mismo tinte, aunque nos lo parezca en la pared, ya que está húmeda y se intensifica su tono. El tono definitivo quedará tras 48 horas de secado al menos.
Alargador telescópico, rodillo limpio y aplicar el verde sobre la pared a trazos suaves. Para la primera mano podemos echar un poquito de agua a la pintura para que la superficie absorba a su gusto. Si preferimos echar agua, separaremos antes un par de kilos de los seis o siete que hemos preparado para la habitación. Con esta pequeña cantidad separada realizaremos el perfil con el techo y los recortes de los marcos de ventanas y molduras. Para éstos nos ayudaremos del trapo humedecido para limpiar los marcos y embellecedores que manchemos, así como los rodapiés. La ventana, en este caso, no tuve demasiado cuidado pues tengo que pintarla después. Pero si es nueva, recomiendo que la encintéis si vuestro pulso no es firme. ¿Por qué no se debe encintar cuando hay gotelé? Pues sencillamente porque al retirar la cinta comprobaremos que la irregularidad de la superficie ha provocado zonas sin que la pintura haya penetrado. Es preferible “invadir” con nuestra herramienta (brocha o rodillo) el marco o rodapié y limpiarlo luego con el trapo, así la pintura llega hasta el perfil que marquemos con el trapo.
Lo más complicado de todo es el perfil con el techo. No podemos encintar porque la superficie no es lisa, así que con la paletina más cómoda a nuestra mano, siempre a la altura de los ojos, trazaremos línea recta y sin miedo. Subidos a una escalera tiene una dificultad añadida, pero no hay otro remedio. Si hemos desviado el trazo en algunos puntos, cuando seque el verde, cubriremos con el blanco el verde que haya invadido el techo. Siempre existe un mínimo de “fallos” permisible por el sentido común, pues el gotelé muchas veces coincide en el mismo rincón, así que mientras se vea recto desde la perspectiva del suelo, estará bien terminado. Una segunda mano con el rodillo a las paredes dejará una habitación espectacular. Espero que os haya servido de utilidad mi experiencia como pintor profesional.