El Tesoro de Psusenes I (Tsutsenes), el Faraón de Plata, es el más importante hallazgo arqueológico de todos los tiempos sobre la cultura del Antiguo Egipto. A pesar de ello, pocos lo conocen porque está eclipsado por el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, del busto de Nefertiti y otros monumentos y objetos mediáticos, que han pasado al colectivo cultural con más peso que éste que nos ocupa.
El principal motivo por el que Psusenes y su tesoro sean menos conocidos es porque se diluyó la noticia por los acontecimientos bélicos y su sarcófago y máscara son de plata en vez de oro, algo que se supone de menor categoría, pero que en el Antiguo Egipto se valoraba precisamente al contrario, ya que la plata es un material más duro y difícil de manipular, existiendo entonces muy pocos artesanos con la habilidad suficiente para trabajarla en todo el Imperio.
Además de ser un material difícil de manipular, la plata no se encontraba en ningún lugar del Imperio, así que debía ser importada, por lo que su precio era mayor que el oro. Pero en su tumba intacta se encontraron otros muchos objetos. El tesoro encontrado entre marzo de 1939 y febrero de 1940 era considerablemente mayor que el de Tutankamón, así que podemos afirmar que su poder y riquezas eran mayores, ya que se tiene la certeza de que los antiguos egipcios se enterraban con todos los objetos que les rodeaban en vida para gozar de ellos en el más allá, en un eterno retorno.
Psusenes I gobernó aproximadamente desde el año 1039 al 991 a. de C. El nombre con el que se le conocía era Ajeperra Pasebajaenniut Meryamon, que significa: la estrella que aparece en la ciudad (Tebas) amado de Amón. El sobrenombre con el que lo conocemos para abreviar procede del griego, idioma por el que conocemos a los faraones antiguos, gracias a las distintas listas halladas desde los tiempos de los Ptolomeos. Reinó como tercer faraón de la XXI Dinastía entre Neferjeres y su hijo Amenemopet, uno de los reinados más longevos de la Historia de Egipto, y eso es señal de que alcanzó un poder inmenso en su tiempo.
La tumba Nº 3 encontrada por el arqueólogo francés Pierre Montet en Tanit no se encontraba en satisfactorio estado de conservación, a diferencia de las tumbas en el Valle de los Reyes y de las Reinas, donde la sequedad del desierto las ha conservado perfectamente. La humedad había deteriorado bastante todos los materiales orgánicos y hace 80 años no se disponía de la tecnología actual para recuperar o intentar conservar lo que queda, al menos para detener la degradación. En las dos cámaras mortuorias principales, ajenas a los saqueadores, se encontraron dos sarcófagos de granito rojo, en su interior, otros de granito negro que habían sido usurpados o reutilizados. En la cámara de la derecha, dispuesta en línea recta a la entrada principal, se halló tras un muro que burló a los saqueadores durante miles de años, el sarcófago real, bajo los otros de piedra, el principal elaborado totalmente en plata. También se halló una máscara de oro y un grandioso pectoral con incrustaciones de lapislázuli recubriendo la momia, como en el caso de Tutankamon, hecho que hace pensar a los egiptólogos que se trata de una demostración póstuma de poder, pues los dos materiales juntos representan a la realeza (oro) y a la clase sacerdotal (plata).
El conjunto de tumbas donde se encontró la del faraón Psusenes I se localizó el 27 de febrero de 1939 y casi un año más tarde, en plena Segunda Guerra Mundial, Montet abría el sarcófago y se maravillaba con las decenas de objetos allí expuestos. Por los hechos bélicos, Montet tuvo que sellar la tumba de nuevo para volver cinco años después a reanudar sus investigaciones. Ya con más tranquilidad, Pierre Montet se percató del grandioso tesoro que allí se encontraba y la catalogación y restauración de los objetos tendría ocupado a su equipo de científicos y al del Museo de El Cairo por mucho tiempo, museo donde se guardaron la mayoría de objetos. Excepto el sarcófago de plata y unos pocos objetos, el tesoro se mantuvo guardado en sótanos por casi cinco décadas. Bajo un manto polvoriento de tres mil años apareció oro y lapislázuli en grandes cantidades, una gran máscara de oro macizo, decenas de objetos de uso cotidiano pero acabados lujosamente. Pero lo más intrigante era aquel sarcófago de plata de 90 kgs de peso. En su interior, una momia que pertenecía a un faraón muy longevo, pues la edad de su muerte rondaba los 80 años. ¿Un faraón tan mayor y poderoso y no dejó monumentos colosales para recordarle?
Los expertos están convencidos de que aquel tiempo era el más convulso de toda la Historia del Antiguo Egipto. Sólo un hombre de personalidad férrea y gran fuerza y resistencia física podía gobernar. La momia da pruebas a los científicos de dichas características. Hasta se ha elaborado un retrato robot con el mismo sistema que realizan los expertos dibujantes anatómicos forenses. En cuanto a su legado monumental, se tiene casi la seguridad de que la mítica capital Pi-Ramsés fue trasladada piedra a piedra desde su emplazamiento original 30 kms hasta Tanit, una colosal obra de ingeniería y construcción que hoy en día no sería contemplado por su costo y esfuerzo tecnológico, y que Psusenes I emprendió, evitando así que la mítica capital de su antiguo predecesor Ramsés el Grande fuese inundada por un brazo del Nilo que se desbordaba en esa dirección hace tres mil años. Ese es el motivo por el que se encuentra el nombre de Ramsés tanto en las ruinas de una localización como en las halladas a 30 Kms., de lo poco que quedó.
Otro hecho relevante de esta historia es la más que posible relación de este faraón con el Rey Salomón de las Escrituras, pues concuerdan las fechas, y precisamente Pierre Montet excavó en Tanit para hallar pruebas para sus hipótesis bíblicas. Lo que realmente busca el arqueólogo francés es el Arca de la Alianza de los hebreos, posiblemente llevada a Egipto tras el saqueo del Templo de Jerusalén. ¿Será el Sisak de la Biblia el faraón Psusenes en torno al 950 a. de C.? Un equipo de científicos amplio estudia actualmente todos los objetos y restos que rodean a este enigmático faraón, tras muchas décadas relegado al olvido. Su estudio no sólo revela nuevos descubrimientos sobre la momia en si, sino del entorno de la época para aclararnos un poco más los hechos de un tiempo remoto y casi desconocido para los historiadores.