El equipo de www.qvo.es ofrece su más sentido pésame por las víctimas del COVID-19 a las familias, por eso muestra desde el inicio de esta terrible Pandemia un lazo negro en todos sus post.
Las continuadas medidas restrictivas que se sufren durante los dos últimos años por culpa de la Pandemia de COVID-19, ha obligado a la Hostelería a tomar medidas para adaptarse a las normativas vigentes, cambiantes casi a cada semana y dependiendo de los niveles de contagios. El confinamiento hirió de gravedad a este sector, pues tuvieron que cerrar sus negocios durante varias semanas. Muchos de ellos incluso se han mantenido cerrados irremediablemente hasta la fecha. Más tarde, se restringió la entrada y se tuvieron que acoger a suelo público para instalar terrazas “provisionales”, los que han conseguido el permiso municipal. Desde hace unas fechas hasta se han convertido en “policías”, pues deben pedir a los clientes su pasaporte o certificado de vacunaciones.
Ante este panorama tan deprimente para los restaurantes, tomaron como primera medida la entrega a domicilio de sus comidas y cenas, pero tienen ahora un local al que no se le saca rendimiento y sigue pagando impuestos. Las ayudas del Estado y Comunidades Autónomas pueden resolver el pago de dichos impuestos, pero nunca resuelven el futuro del negocio sin retirar las restricciones a los locales. Curiosamente las ayudas volverán a quienes las prestaron y nunca se beneficiará al damnificado. Eso si se reciben ayudas, algo de lo que no tengo constancia, al menos para los Autónomos. No se trata de una crítica, sino una descripción de la realidad actual.
De modo que hay que adaptarse a los tiempos. Algo que parecía provisional se ha convertido en una nueva forma de vida. Está visto que a los distintos gobiernos del mundo les ha venido muy bien esto de la Pandemia para mantener al público en sus casas y privar de libre circulación a los seres humanos. Quieren que el mundo esté gobernado como una gran China, donde se haga negocio y se controle a la población “tranquilitos” y en sus casas. Cuando vemos aglomeraciones o muchos transeúntes, en realidad son personas que van o regresan del trabajo. De camino realizan sus compras y hasta el día siguiente. Adiós al ocio y a las reuniones, sean culturales o políticas sin el visto bueno de las autoridades de turno.
Así que se deben diseñar nuevos locales para la restauración y el alterne. No hay otro remedio porque esto no va ser provisional, el actual status quo se mantendrá todo el tiempo posible, hasta que las farmacéuticas y las empresas más beneficiadas, crean que han ganado lo suficiente. Así que va para largo. Las grandes cadenas de comida rápida ya están adaptando un modelo idóneo para “aprovechar al máximo los espacios sin gastos residuales”. De modo que voy a describiros el diseño óptimo para estas circunstancias en que nos movemos.
Ante todo debemos informarnos de las «ventajas» fiscales de cada municipio y de sus normativas derivadas. No es lo mismo abrir un local en Madrid o Barcelona que en un pueblo de Murcia o Cáceres, por poneros ejemplos extremos. Un alquiler en una capital es quizás el gasto más pesado de llevar, pero no tanto en provincias, así que vemos locales pequeños y acogedores en las capitales y grandes superficies en provincias por estos motivos: impuestos y alquiler. Sean en un lugar o en otro, se deben adaptar a nuevas medidas espaciales dedicadas al público. Os voy a dar medidas recomendadas, pero debéis de adaptarlas a las circunstancias de vuestra situación económica y geográfica, en definitiva: según vuestra ubicación.
Diseño ideal
Si disponéis de un local grande, debéis reducirlo para dedicar al público entorno a los 40 m2. Si dedicabais más metros que éstos, podéis renegociar el alquiler y también reducir impuestos. De esos 40 m2 situaréis un espacio de 10 m2 a cada lado para colocar dos mesas que cumplan las distancias de seguridad COVID-19. Así tendremos un total de cuatro mesas (para pagar impuestos solamente de cuatro mesas) pequeñas para servir comidas y cenas. En el centro dejaremos 20 m2 para la circulación de clientes para recoger las comidas y cenas, y/o repartidores de comida a domicilio, señalando en el suelo las líneas de separación de seguridad entre clientes, y en la puerta principal colgaremos un cartel con el máximo de personas permitidas para que siga la cola por el exterior (una magnifica noticia para la casa). También podéis distribuir un solo pasillo y dos apartados para dos mesas cada uno, tal y como muestro en el diseño de portada.
Reconvertir un local espacioso a uno más pequeño es un gasto moderado, pues si no queda bien mediante mamparas, y deseáis algo más permanente, instalar tabiques de PLADUR no es costoso, comparado con otras reformas más complicadas.
La barra típica de bar, con las comidas a la vista tras los refrigeradores, ya no son útiles. Os recomiendo reconvertirla en mostrador y colocar a la vista del público fotografías con vuestros platos típicos y los que servís a domicilio. Con las nuevas noticias de que, en al menos dos meses, la mitad de la población europea se va a contagiar de la variante omicron, no hay duda de que la cosa va para largo. Y si se recupera la normalidad a plazo largo, siempre podemos desinstalar lo provisional para recuperar el aspecto original de nuestro local.
La reforma sin duda cambiará la imagen tradicional de nuestros restaurantes y bares, pero no hay otro remedio si queremos prosperar. Dará aspecto de “cadena de comida rápida», y con pocas mesas incluso algo solitario, pero adaptarse a medidas y soluciones útiles, nos proporcionará algo de futuro en este sector de la Hostelería y Servicios. Dependiendo del tipo de comidas o productos que se sirvan, podéis adaptar la tecnología que más os convenga. Por ejemplo terminales para recibir los pedidos por internet y que a la vez los clientes los puedan realizar presencialmente, a través de pantallas táctiles.
Si no se dispone de terraza exterior, esta solución será también la única para recibir clientes, acordar un horario flexible (por los posibles toques de queda), y contar con aplicar las reservas para saber si el negocio merece la pena. Para no hacer caja no merece la pena abrir ese día.
El espacio que quedará “inutilizado” podéis convertirlo en almacén y zona logística para los productos que decidáis comercializar.
Mi recomendación es de “supervivencia”. Se trata de “vender” todo lo que tu licencia permita. No cabe interés alguno por forzar a nadie en un proyecto que puede resultar infructuoso se haga o no. Pero no cabe duda de que mantener locales de 200 m2 o más, con salones para convites y celebraciones, ya no resulta rentable. Creo que se debe priorizar en producir cocina de calidad, servicio rápido de los pedidos y seguir la normativa vigente, sobre todo en los interiores. Hay que “reconvertir” hasta el proceso de las contrataciones, y eso supone para el Estado esforzarse también, dejar de subir los impuestos, apretarse ellos también el cinturón y que las ayudas sean reales, y no enmascararlas con las subidas de otros impuestos, pues aquí el único que gana es la “banca-estado”. Si se decide subir el sueldo del personal de Hostelería, pero se suben todos los demás impuestos en paralelo, resulta que es una subida absurda del nivel de vida (llamada inflación, que no es más que dar vueltas una y otra vez sobre si mismo), y así llevamos cuarenta años.