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Existen varios consejos fundamentales para pintar las superficies metálicas y que no ha variado desde hace al menos un siglo. Lo que sí ha variado son los materiales, pues durante el siglo XX el minio de plomo era el compuesto estrella para la protección, sobre todo del hierro, el metal más usado de todos. Pero dicho plomo es un elemento que se eliminó del mercado hace más de dos décadas por su toxicidad, tanto en su manipulación inmediata como para el medio ambiente en general.

Para empezar, debemos valorar el estado del metal a pintar. Si está en buen estado y no muestra grietas, desconchados de la pintura vieja, ni óxido, simplemente aplicaremos una nueva capa de la pintura de acabado, previa limpieza de la superficie. Los esmaltes acrílicos (al agua) son los más utilizados actualmente, pues apenas huelen y poseen gran durabilidad. Todos los vehículos que vemos circular por nuestras carreteras están pintados con pinturas al agua. También podemos elegir el color que más nos guste, pues las tiendas disponen de amplios catálogos o incluso se puede conseguir el color deseado mediante sus máquinas de coloración de pintura.

Con los metales oxidados o en mal estado, nuestro trabajo es algo más laborioso. Lo típico para un profesional es que el cliente te quiera obligar a “lijar” la superficie, como si fuese madera, algo absurdo y que se debe soportar ahora y siempre. No quita que si la superficie pintada sobre el metal todavía esté en buen estado y solamente en unas pocas zonas haya saltado, se pueda lijar con el grano más fino, para suavizar los cráteres formados por la pintura desprendida, pero el resultado no es 100 % satisfactorio, aunque si pasable para un trabajo “barato”. Esto lo tiene que advertir siempre el profesional, pues en el precio de las cosas se resuelve el misterio.

Pintar metales nuevos

Comprar una puerta, verja o incluso ventanas y muebles metálicos sin pintar supone un ahorro grande de costes. Lo podemos comprobar en zonas comunitarias de los edificios, cuando observamos una puerta de acero galvanizado que, tristemente destaca entre las demás superficies pintadas. Tarde o temprano se decide darle un color para embellecer el espacio donde esté instalada. Cuanto más se tarde en pintar, en peor estado se encontrará el metal.

Hoy en día disponemos de distintos tipos de pintura para aplicar directamente al metal nuevo. Simplemente debemos preguntar al dependiente de la tienda cuál es el mejor para nuestro caso. La mayoría de metales nuevos son aleaciones galvanizadas, pues así el metal está más preparado para resistir el óxido y las erosiones de todo tipo. Pero podemos encontrar también aluminio y acero inoxidable, materiales que, al menos, donde yo resido, que es muy cerca del mar, también terminan por oxidarse si no están protegidos. Recomiendo una imprimación anti-oxidante o anti-corrosiva, dependiendo del lugar donde esté instalada la superficie metálica. Si debe resistir temperaturas extremas o la intemperie suele mostrar vientos, calor y humedad alta, mayor calidad de protección debe tener dicha imprimación y la pintura de acabado. La corrosión llega a deformar el metal y el óxido puede desprender partes sólidas como si alguien hubiese mordido el metal. Para el metal nuevo suelo usar dicha imprimación y para el acabado también uso esmaltes con poder anti-oxidante en estas zonas más susceptibles.

Todos estos metales muestran una superficie más lisa que el hierro, pues este metal es el que más pronto comienza su oxidación y deterioro. Inmediatamente salido de la forja ya comienza su oxidación. Así que el hierro debe protegerse enseguida con imprimación, que también se comercializa en spray, más una pintura de acabado también con anti-oxidante. Desde hace más de dos décadas suelo recomendar un acabado de forja, pues está demostrado que tiene más durabilidad y un mantenimiento (repintado) menos entretenido, siempre que usemos el mismo color.

Pintar metales deteriorados

También podemos encontrar una puerta antigua de hierro que nunca se haya pintado y que muestra el color típico del óxido. Desde hace al menos dos décadas el estilo “rústico” puso de moda la coloración oxidada para puertas, ventanas y paneles metálicos decorativos. Si queremos seguir esta tendencia, existen tratamientos anti-óxido transparentes y que catalizan el óxido devolviendo químicamente las propiedades metálicas originales al hierro. Este “milagroso” producto se aplica fácilmente con una brocha o rodillo adecuado. Lo uso desde hace unos años y las zonas donde lo he aplicado, sobre todo en zonas dispersas de persianas, muestra la misma conservación que las zonas pintadas con esmaltes anti-óxido.

Si la pintura vieja está muy deteriorada y queremos un acabado perfecto, no queda otro remedio que decapar la superficie, ayudados con un líquido poderoso, una espátula del tamaño adecuado y paciencia para ir retirando las capas de pintura antiguas. También podemos ayudarnos de aparatos eléctricos para que no resulte tan duro, como un taladro y un acople de cepillo indicado para el decapado. Este trabajo suele doblar y hasta triplicar el coste de una factura de pintado del metal, depende del estado de deterioro. Hay que calcular las horas que vamos a emplear para realizar una factura correcta.

Una vez tenemos el metal decapado debemos aplicar lo más conveniente, como si fuese un metal nuevo. Imprimar es lo adecuado, pero si está muy oxidado, podemos aplicar el líquido transformador y luego una mano de esmalte acrílico. Otra opción es aplicar esmalte que contenga anti-oxidante. La variedad sintética es aquí más duradera pero huele muy fuerte, así que la recomiendo para los exteriores principalmente.

 

Por último, podemos encontrar un metal donde su deterioro ha provocado incluso agujeros o hendiduras en su superficie, perdiendo su forma original. Tras el decapado se harán más visibles dichas zonas, entonces deberemos aplicar una masilla de poliéster, la que usan los carroceros para las chapas de los vehículos. Esta masilla la identificaremos porque lleva un tubito de catalizador para que endurezca, terminando como una superficie metálica y pintable con el mismo esmalte que usaremos para toda la superficie. Debemos ser hábiles con su uso y aplicarla con las espátulas de carrocero para que quede nivelada y que solamente debamos lijarla con el grano fino tras su secado.

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