La Misión DART partió el pasado día 24 de Noviembre del 2021 y sus siglas son abreviatura de “Prueba de Redireccionamiento de un Asteroide Binario” en inglés que, curiosamente, sus siglas significan también “dardo”. Capitaneada por la NASA, se trata de intentar modificar la trayectoria de un asteroide para futuras misiones con peligro de colisión de algún objeto grande sobre la Tierra.

La madrugada del 27 de Septiembre, a la 1:14, una nave del tamaño de un autobús de línea (19 mts) y casi 600 kgs de peso, colisionará contra el satélite Dimorphos, de 163 mts de largo y que orbita alrededor de Didymos, de 780 mts de largo, un sistema de asteroides que se encuentra a 11 millones de kms de la Tierra. La misión se puede seguir a través de la Web https://dart.jhuapl.edu/

 

Según cuenta Adriano Campos en una entrevista al canal A Punt, se trata de desviar la velocidad y trayectoria del asteroide y estudiar las repercusiones con esta manera “invasiva”, aunque no tan violenta como para destruir al mismo. Este científico español es el coordinador del grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad de Alicante, que se encargará de evaluar los resultados a lo largo de los próximos meses.

La Misión DART se proyectó de forma activa tras el temor que suscitaron los acercamientos de diversos cometas y grandes asteroides a la Tierra en las últimas décadas. Se presupuestaron hasta 300 millones de dólares para una primera misión, pero se quedaron cortos, así que varias agencias colaboran con sus recursos, siendo un proyecto bastante compartido en estos momentos. Tras el DART, por ejemplo, navega un satélite construido por la Agencia Espacial Italiana, y también colaboran la Agencia Japonesa, la Agencia Espacial Europea y la Universidad de Hopkins. El presupuesto final se estima que ha alcanzado los 324 millones de dólares.

El papel de la Universidad de Alicante será la de observar la desviación tras el primer impacto, así como de las partes que se desprendan, y calcular la variación de las trayectorias de asteroide y satélite, que se estiman progresivas, y debe variar entre los 73 segundos y los 10 minutos, variaciones que nos pueden resultar insignificantes, pero definitivas para corregir de forma intencionada una trayectoria que se dirigiera directamente a la Tierra.

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