Durante las últimas semanas nos llega una noticia con tilde de “novedosa”, contándonos que el Ejército del Aire Español ya está probando las dos últimas unidades, de las 24 recibidas, del avión de entrenamiento Pilatus PC-21, una noticia que en todas las referencias se tiene como optimista, pues se trata de “modernizar” nuestra flota aérea, y no sólo con aparatos de última generación, sino de aviones de entrenamiento que preparen a los pilotos para estos aparatos que vendrán. El presupuesto de los Pilatus supera los 200 millones de euros, de los que casi 32 están destinados al mantenimiento de estos nuevos aparatos.

Cuando hablamos de “generación” en Aeronáutica, normalmente se refieren a su tecnología de combate y a su vuelo de maniobra, aunque resulta algo difícil clasificar a cada aparato, porque puede ser bueno en unas cosas y no tan bueno en otras. Por ejemplo, el Eurofighter Typhoon se incluye en las listas de cazas de 4ª generación, pero también aparece en muchas listas de 5ª generación. De modo que opino que resulta más práctico clasificarlos según la fecha de entrada en servicio. Podemos decir que los aparatos que entren en servicio entre el 2025 y 2030 se podrán considerar 6ª generación. Antes de esa fecha veremos una 5ª generación muy mejorada y diseños y tecnología de prueba para entrar ya con pilotos preparados para la 6ª.

España desarrolló el CASA C-101 a mediados de los años 1970s para entrar en servicio el año 1977. Desde entonces se han fabricado 143 aparatos con unas prestaciones inmejorables para aprender a volar y maniobrar con un reactor de tipo ligero caza o cazabombardero. Este aparato a reacción alcanza una velocidad de 770 Km/h y una autonomía de 4000 kms. Todavía hoy se usa como insustituible avión acrobático para la Patrulla Águila, por donde han pasado históricamente los mejores pilotos españoles. Después de 45 años, no puedo creer que los ingenieros españoles no hayan sabido diseñar y construir un CASA C-101 al menos de 5ª generación para preparar a los pilotos. Porque hablamos de un “Rolls del aire”, premiado y halagado en multitud de certámenes aeronáuticos y capacitado para entrar incluso en combate.

A cambio del C-101, para sustituirlos, el Gobierno de España ha adquirido 24 Pilatus PC-21, una “avioneta” con motor de turbohélice y que alcanza los 685 km/h, con una autonomía de 1333 kms. Su fabricante es suizo, cuya “experiencia en las guerras mundiales o en su territorio está sobradamente probado, vamos, unos cracks en los combates aéreos”. Se le puede atar una bomba con bridas y luego rezar para que no exploten en la barriga del aparato, ya que es un avión de entrenamiento exclusivamente. ¿La ventaja? Pues que está equipado para simular la misma tecnología de los cazas de 5ª generación, es decir, situaciones de camuflaje electrónico, un radar avanzado, etc.

Es un buen aparato para hacer acrobacias, con cabina para instructor y alumno. Según los primeros probadores, resulta magnífico en dicho aspecto, pero resulta que, por lo explicado anteriormente, ya se están desarrollando los cazas de 6ª generación, así que estamos adquiriendo aparatos no tan avanzados, cuando en los años 1970s diseñaron los ingenieros españoles aparatos “compatibles” con los cazas de su tiempo.

Mi pregunta es: ¿estará España desarrollando aviones de entrenamiento a reacción, preparados para la 6ª generación, y esta adquisición es para cubrir la década que se necesita para su desarrollo? Esta pregunta-reflexión me temo que se responde fácil. En estos momentos existe una entrega de 9.000 millones de euros para un proyecto de caza de 6ª generación europeo, que se realizará junto a franceses y alemanes y que, probablemente, quedará entre españoles y alemanes, porque los franceses, con su fanfarronería, nos tratan a los demás como inútiles. Quieren las llaves en exclusiva del diseño y desarrollo, sin compartir responsabilidades con sus socios. De modo que toda propuesta de la fabricación para nuestro propio avión de entrenamiento (si es que existe), no verá la luz hasta que dicho proyecto de 6ª generación esté lo suficientemente avanzado. Debemos conformarnos con la “avioneta suiza” que hace piruetas en el aire. El aparato suizo en cuestión lleva operativo desde el año 2008, siendo su primer vuelo en 2002, de modo que hablamos de un aparato con más de dos décadas de historia. ¿Otra de sus ventajas? Ahorra un 50% de combustible comparado con anteriores aparatos a reacción (pero su alcance es tres veces menor que el C-101, por ejemplo).

Estados Unidos se toma más en serio lo de preparar a sus pilotos y desde 2018 se ha decidido por los nuevos Boeing T-7 Red Hawk,

un aparato a reacción, para sustituir a los Northrop T-38 Talon. Este nuevo entrenador posee cabina para dos pilotos (instructor y alumno), es capaz de alcanzar los Mach 1.3, alcanza (autonomía) los 1839 Kms., y puede ascender hasta los 15.240 m. Quizás es un entrenador «excesivo» para el Ejército Español, pero un aparato similar sería la evolución lógica a nuestro C-101. Por mucho que se alaguen las características del Piluatus PC-21, me temo que los pilotos españoles que quieran volar a velocidad de combate, tendrán que entrenarse en tierra con simuladores, por cierto, fabricados muchos de ellos en España.

 

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