El pasado mes de Abril del 2022, se estrenó la película El Señor del Norte (The Northman), una película del género histórico y de aventuras mitológicas que llegaba con la aureola de “mejor película de vikingos de la historia”, pero no es para tanto. Curiosamente he leído muchas referencias que la sitúan en dicha categoría, probablemente porque muchos espectadores y críticos están confundidos por lo poco que sabemos de la cultura vikinga. Voy a tratar de diferenciar la calidad de la película en sí de la parte histórica, así que comenzaré por la producción, que vino con algo de retraso a las salas, con tráilers vistos desde un año antes de su estreno, lo que le daba más emoción por la espera.

Después de un mes con la película El Hombre del Norte circulando por las salas de todo el mundo, resulta que la valoración del espectador apenas llega al 7 sobre 10. En el IMDB los votantes la califican con un generoso 7.3 sobre más de 111K votaciones, de modo que queda en una nota “Notable Bajo”, valoración inferior a numerosas producciones del mismo género. No es un fracaso de producción, pero tampoco es la mejor película de vikingos, ni mucho menos. Su éxito de taquilla se debe a la falta de producciones de calidad del género de Aventura, pues ya hace más de dos años que no llegan a la gran pantalla. De todas formas, según la wiki, su recaudación de 66,7 millones de dólares hasta el presente, todavía no ha llegado a cubrir los costes, que rondaron entre los 70-90 millones de dólares.

El elenco de actores prometía una gran película. El director Robert Eggers supo insuflar el carácter dramático a sus estrellas, de modo que Alexandre Skarsgard, Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy y Ethan Hawke cumplieron bien con sus interpretaciones. Las apariciones puntuales de Willem Dafoe y la cantante Björk fueron irrelevantes, y la actuación de esta última me pareció más bien una “payasada” poco acertada y sin importancia argumental. Probablemente quedó tan mal por tanta exigencia superflua de la artista. Está claro que se incluyó por puro marketing.

El argumento prometía, pues ya al inicio se nos avisa de que todo partía de Islandia en el siglo IX (año 850). Pero de una fantástica epopeya marítima, con todo el peso dramático que conllevaba ese fantástico comienzo, pasamos a un protagonista muy poco “vikingo”, pues renunciaba a la pelea, al castigo de sus primeros rivales continentales en la primera escaramuza. Esa fue la primera contradicción encontrada para decepción del espectador. ¿Un vikingo que se planteaba una especie de pacifismo, de arreglar las cosas hablando siendo como era un guerrero hijo de un gran guerrero? Pero bueno, prefiero quedarme con la buena calidad de imágenes, la fotografía, aunque no tanto con la temblorosa técnica de los cámaras en muchas escenas. En general es una buena producción, pero le falta fuerza en las escenas de acción, y un guión más interesante, pues el poeta Sjón no ha contribuido en una mejora sustancial a la ignorancia estadounidense-británica sobre los vikingos.

En cuanto al rigor histórico de la obra, seguimos donde lo dejamos, es decir, los anglosajones y europeos nórdicos, a falta de documentación y pruebas sobre la cultura vikinga, siguen inventando y comparándolos con las tribus de nativos norteamericanos. Siguen con la “esperanza” de que algún día se reconozca mundialmente que fueron los vikingos y no Colón quien descubrió América. Usarán el Cine para inventar una nueva versión de la Historia de América, tal y como hicieron con el Western. Pero pasemos a algunos errores históricos a considerar, aunque repito, muchos son premeditados y para adoctrinar al espectador sobre “lo que pudo haber sido y no fue”.

Para empezar, Islandia no se pobló hasta finales del siglo IX, es decir que la fecha del 850 no es correcta por prematura. Su primer rey conocido fue Harald I de Noruega, que reinó desde el 872 al 930, reinando desde la distancia, época en que comenzó a enviar colonos a la isla. Por otra parte, el vestuario no ha estado demasiado bien representado.  Me chocó que los nórdicos fuesen tan duros, sin apenas abrigo a 10º bajo cero, pero lo entiendo como “licencia visual”. Por otra parte, por los museos de España han sido expuestas numerosas colecciones de objetos y armas vikingas, y en la película no se exhiben vestimentas ni armas similares. Por ejemplo, no aparecen cascos de metal ni arreos personales o de animales parecidos a dichas colecciones. Las escenas interiores parecen más bien hogares irlandeses que nórdicos de aquella época. Solamente el tipo de vivienda vikinga está bien representada pues se consultaron las debidas fuentes.

La serie Vikingos tan exitosa, reconocen sus creadores que usaron de la imaginación para vestir a sus protagonistas. Me parece mucho más acertada aquella retrospectiva que la llevada a cabo en El Hombre del Norte. Intentaron fusionar la época de Ragnar con lo germánico e incluso con lo romano (sus tatuajes por ejemplo), algo más acertado que fusionarlos con la cultura americana precolombina. Aunque también es cierto que tomaron esa misma referencia para los rituales religiosos. Debemos tener en cuenta dos cuestiones significativas. Primeramente la Cultura del Caballo fue totalmente imitada a los españoles, de modo que ni los nativos americanos la conocieron hasta bien entrado el siglo XVI, ni los vikingos del siglo IX la dominaban, pues poco tiempo antes de ese siglo, sería en Al-Ándalus donde se introdujo el estribo, la silla de montar y otros aparejos que los cineastas suponen que dominaban ya las culturas antiguas europeas y americanas, pero que no fue así. Los vikingos nunca usaron los caballos para la batalla, al menos en las fechas dadas, pues no les eran útiles para las incursiones desde embarcaciones a tierra. La similitud entre éstos y los indios americanos no debe continuar, pues son absurdamente anacrónicas.

Si nos fijamos en las escenas “mágicas” de El Hombre del Norte, vemos que cada vez tienen menos claro los estadounidenses y británicos qué tipo de rituales y sentido daban los vikingos a su religión. Cánticos nativos americanos y apariciones de una “bruja” con estrafalarios tocados es todo lo que han llegado a imaginar. Pero la repetitiva secuencia de vikingos bailando a “manitú” alrededor de una hoguera no tiene otro sentido que “demostrar” que los indios americanos “contactaron” con los vikingos y “copiaron” su cultura, algo que no ocurrió. Es posible que tuviesen similitudes, pues todos los seres humanos, a pesar de la distancia, desarrollamos detalles similares a pesar de seguir culturas distintas, pero ni los vikingos prosperaron en América, ni guardan semejanzas culturales de ningún tipo.

La película merece la pena verla, pues tiene intriga y acción, aunque considerarla una obra maestra ya queda lejos. Además de sus anacronismos, se sufren algunas lagunas interpretativas por falta de un buen guión. Hasta con la escena erótica queda el espectador algo “confuso”, pues todos suponemos que aquella cultura violenta era más parecida a la poligamia desmedida que a la poesía y los remilgos amorosos. Me pareció más acertada la visión en la película que se transmite sobre la mujer, que la sensibilidad masculina mostrada. No debemos olvidar que uno de los motivos principales de las incursiones vikingas por Europa fue precisamente la de capturar mujeres, ya que solamente los más fuertes, ricos y poderosos podían conseguir esposa. La prueba está en la Arqueología, ya que muchos pecios encontrados no guardaban grandes tesoros ni botines. Sus recompensas llegaban en forma de esclavos y esclavas. Eso nos lleva a una cultura más machista que las demás, pero contradictoriamente, la escasez de mujeres les otorgaba a éstas cierto poder que bien vale la pena analizar, pues una sola mujer podía tener varios amantes, pero los hombres pocas, lógicamente dada su escasez. La película no transmite dicha realidad.

Pero hemos de ser realistas y reconocer que no conocemos los detalles ni conducta sexual de los vikingos. ¿Habían homosexuales y lesbianas entre los nórdicos? Por supuesto que sí, pero no conocemos si éstos eran reconocidos o “malditos” en dicha cultura. Pero si vamos a compararlos con los nativos americanos, resulta que conocemos detalles muy significativos, incluso de antes de la llegada de Colón. De modo que propongo a los cineastas norteamericanos y británicos que completen su “ideario” vikingo junto al nativo americano con las costumbres ancestrales de estos últimos. Los nativos americanos reconocían cinco géneros: hembra, macho, hembra con dos “espíritus”, macho con dos “espíritus” y el transgénero.

Los tres géneros “no reconocidos”, al parecer eran muy respetados y se recibían con gran veneración en prácticamente todas las tribus de Norteamérica, del mismo modo que en el resto de las culturas americanas de más al Sur, motivo por el que los religiosos españoles quemaron tanta documentación antigua. Pero no solamente destruyeron tradiciones escritas para que las olvidaran, por ejemplo los sacrificios humanos, sino también para que prevaleciese la cultura castellana pues, no olvidemos, también quemaron biblias escritas en valenciano, porque ponían en peligro las lenguas “prevalecientes”. Así que, cineastas norteamericanos y británicos, pueden ustedes explotar un nuevo camino para asemejar a nativos americanos y vikingos “inventando” protagonistas vikingos famosos de abierta homosexualidad, aunque no exista ninguna referencia escrita.

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