El equipo de www.qvo.es ofrece su más sentido pésame por las víctimas del COVID-19 a las familias, por eso muestra desde el inicio de esta terrible Pandemia un lazo negro en todos sus post.
Hace unos días pinté un bungalow de dos plantas y aprovecho esta experiencia para daros algunos consejos para pintar fachadas. No es la primera ni la última que pintaré, por eso bien vale conocer algunos detalles profesionales ya que, por regla general, nos encontraremos materiales y problemas similares en todas las fachadas.
Las fachadas de las casas en suelo rústico o aislado no suelen estar sujetas a Urbanismo, es decir, que se tiene libertad para elegir los materiales (restauración) y colores (revestimientos o pintura) al gusto del inquilino/residente. Solamente los edificios históricos están sujetos a una normativa. Así que antes de intervenir en este tipo de edificios protegidos debemos consultar dicha normativa y cumplirla.
En suelo urbano podemos encontrar numerosas fachadas protegidas por su valor histórico, sobre todo a medida que nos acercamos a los cascos antiguos de pueblos o ciudades. Por regla general podemos intervenir en el interior sin mayor problema, y realizar reformas y mejoras, pero las fachadas están sujetas a condiciones. Os voy a resumir las principales para que estéis atentos a las intervenciones que pueden acarrear sanciones, y luego paso a la mayoría, donde sí se puede elegir más libremente.
Una fachada protegida de piedra caliza no se debe pintar. Por regla general se limpia con proyectores de alta presión, que eliminan la capa de suciedad y hollín acumulado con el tiempo. Para pintar o revestir una fachada protegida de piedra, se debe solicitar en el municipio correspondiente un estudio a Urbanismo. Si queremos repintar una fachada protegida, incluso del mismo color original, debemos informar también a Urbanismo para que se registre la mejora y, si corresponde, expedir el permiso de obras pertinente. Si queremos realizar obra de mejora y fortalecimiento, o cambiar el color de la fachada protegida, tendremos que solicitar el pertinente estudio a Urbanismo antes de realizar nada.
Ese es el mecanismo general a seguir, pero en la fachada que pinté, existía libertad para realizar reformas y cambios de colores de común acuerdo con la Comunidad de Vecinos. Así que paso enseguida a describiros el trabajo y las dificultades con sus soluciones para cada intervención.
Sergio, el cliente, ya tenía elegido el color de la fachada. Desde hace unos años, los colores blanco rotos y grises claros están de moda. Combinados con el blanco luminoso y metales con colores grises oscuros, que lleguen casi al negro, resulta una combinación muy elegida por su elegancia. Realmente queda un resultado muy bello y moderno. El color ocre claro típico desde hace muchas décadas está dando paso a otros colores pasteles, siendo el gris claro uno de los más elegidos en los últimos tiempos.
Sergio “ganó” metros en el interior de su salón a costa de un porche y zaguán al que no le vio utilidad, pues se disfruta de un patio exterior en la entrada ya bastante amplio. Estéticamente no desdibuja el perfil de los bungalows vecinos, pero sí le da un aspecto más compacto y moderno, un aspecto de “limpieza visual”, cuando los bungalows vecinos están demasiado saturados de elementos.
Antes:
La parte trasera del bungalow linda con las traseras de los bungalows del otro lado de la urbanización, que sería como un patio de luces comunitario. Aquí sí que existe un acuerdo implícito de pintar esta contrafachada de color blanco, pues todas son del mismo color. Se recomienda un revestimiento para fachadas que encontraréis en cualquier tienda de pinturas o grandes superficies comerciales. Luego os explicaré la diferencia entre este material y una pintura plástica para exteriores. Aunque y principalmente os resumo: La plástica impermeabiliza, forma una capa superpuesta y el revestimiento se «fusiona», dejando una porosidad relativa más conveniente para los exteriores.
La dificultad de pintar esta fachada fue su altura. Nos podemos ayudar con alargadores telescópicos, pero para llegar bien a rincones e irregularidades que podamos encontrar, necesitaremos de una escalera alta o instalar un andamio, para terminar con brocha los perfiles y rincones. En esta ocasión, aproveché un tejadillo saliente a la altura del primer piso para pintar casi la mitad de la fachada, y el resto subido a una escalera alta. Si el alargador telescópico llega, existen acopladores para brochas, y ya no necesitáis subiros a los que sufrís de vértigo, pero tapad bien suelo y zonas de alrededor para que no manchéis con las gotas, pues seguro que os caerán muchas si no tenéis experiencia.
La fachada principal está escalonada, es decir, se debe pintar la planta alta y luego terminar la baja, de modo que no se hizo necesario una escalera excesivamente alta ni andamio como en la contrafachada. Con una escalera de seis peldaños se podía realizar el trabajo, aunque usamos la grande para estar más cómodos. Eso es muy importante: trabajar cómodos, pues el resultado resulta más rápido e impecable. Se usó un revestimiento de fachadas color gris que costó 80 euros el cubo de 15 litros. Con dos manos de este producto ha quedado impecable. Para completar este post sobre fachadas, os describiré los tipos que podéis encontrar y los revestimientos más comunes, dejando de lado los estucos venecianos y tirolesas, pues ha disminuido mucho este tipo de decoración para las fachadas. El más utilizado hace tres décadas, el Mampresine, ni siquiera se comercializa, y se debe encargar a los fabricantes directamente para el mantenimiento de este tipo de revestimiento pétreo.
Tipos de revestimiento más comunes:
Piedra (nos sirve también para el hormigón):
Como he comentado antes, es el material más usado a lo largo de la historia, y lo encontramos en cualquier plano urbano y del campo. Su porosidad permite cualquier material para exteriores. Si está en buen estado y limpia, existe un producto hidrófugo “invisible” para protegerla. No es un barniz, pues éste, puede cuartearse con el tiempo y variar el tono de color de la piedra.
Si no nos gusta la piedra caravista y no existe problema estético (Urbanismo) para pintarla, tenemos una gran gama de revestimientos para fachadas, que van desde los 30 euros el cubo de 15 litros en blanco mate, hasta precios superiores a los 80 euros en una amplia carta de colores. Este tipo de revestimiento se llamaba antes “pétreo”, y era una textura muy densa y difícil de aplicar sin la experiencia previa con este producto. Era porque solía llevar “tierra” en pequeñas proporciones que le otorgaba mucho agarre y buena porosidad a la fachada, de modo que resulta muy duradera y resistente a la intemperie. Ahora se ha sustituido la tierra que portaba por sustancias químicas biodegradables, que la hace igual de duradera y de fácil aplicación, como una pintura plástica común. De todas formas, existen marcas que todavía comercializan revestimiento pétreo, de alta densidad y que dejan la superficie protegida para muchos años de una sola mano.
El revestimiento pétreo rugoso incrementaba la cantidad de tierra para ofrecer, tras aplicarla con un rodillo especial, una capa gruesa y resistente de varios milímetros de grosor. Es muy indicada para fachadas que deban resistir viento, salitre y mal tiempo en general. Su coste es muy elevado porque el rendimiento del cubo es menor por m2 y, además, también es más elevado el precio por cubo, pues ronda un mínimo de 60 euros los 15 litros. Los nuevos materiales también han modificado el principio “terroso” por otras sustancias. Sigue la misma forma de aplicación, pero el revestimiento se aplica más fácilmente. El resultado es similar con los morteros acrílicos comercializados en muchas marcas.
Madera:
Para este tipo de superficies debemos seguir los consejos típicos. La única diferencia es que debemos asegurarnos de que los barnices, aceites, esmaltes o cualquier otro material, sea siempre para exteriores.
Ladrillo y cerámica (no esmaltada ni azulejo)
Existen numerosas fachadas de ladrillo y algunas de plaquetas de cerámica no esmaltada, que no requieren (en teoría) ningún material para su conservación. Pero el clima y los años también pasan factura a este tipo de superficies. A nivel particular siempre recomiendo algún hidrófugo invisible para su protección, pues es muy recomendable. Si ya está deteriorándose y decolorado el ladrillo, existen barnices que le pueden otorgar un nuevo estilo. Pero no es recomendable para fachadas de edificios (aunque se puede realizar), sino para las zonas individuales de cada vecino.
El ladrillo también se puede pintar. Si no es ladrillo sobre ladrillo y encontramos el típico con la ranura de cemento para la unión, se hace recomendable proyectar el revestimiento, por ejemplo con un airless. Si está muy envejecido, aplicaremos una imprimación de sellado antes de aplicar el revestimiento.
Por último, los revestimientos para fachadas se aplican como cualquier otro tipo de pintura, con las mismas herramientas, pero encontraremos un material más denso y difícil de aplicar. Suele venir cada cubo listo para su uso, con el grado de viscosidad adecuada para que forme una buena capa, y es casi como una pintura “monocapa”, pero es un acabado “imperfecto” sobre una superficie nueva o tratada, como la piedra, con mucha porosidad. Por eso recomiendo separar el cubo en dos partes. Aplicaremos una primera mano con un 20 % de agua disuelta. Dejaremos un par de horas de secado y aplicaremos una segunda mano ya con el material en crudo o echando en nuestro resto disuelto, más material para reducir el porcentaje de agua. Con esto conseguimos una superficie más lisa, como si hubiésemos usado una imprimación, dejando un acabado perfecto. Podemos incluso aplicar una tercera mano para que la capa de revestimiento sea más sólida.
Para los metales, podéis seguir los consejos de anteriores post En este caso concreto del bungalow, aplicamos esmalte sintético efecto forja de color gris oscuro. El acabado forja es muy recomendable para exteriores por su gran resistencia y durabilidad. Además su efecto es muy elegante.