Siria era un país con los mismos problemas que cualquier otro país de Oriente Medio puede tener y, por extensión, los mismos problemas que el resto de países del mundo en “vías de desarrollo”. A los problemas económicos, se sumaban otros no menos importantes de carácter social que condicionaban un estado de alerta en toda esta última década, desencadenándose una terrible guerra civil auspiciada por las entrometidas Potencias Estados Unidos, Israel, Rusia y una indiferente Unión Europea. En mi opinión, la decisión de cobrar su petróleo en euros (rechazando el petrodólar), sería el principio del fin, fin que ahora mismo se ha convertido en una de las tragedias más desoladoras del Planeta. Turquía, el país más “europeo” de la zona, con su intervención en la Guerra de Siria, al contrario de lo esperado, está más lejos de convertirse en miembro de la Unión Europea, y eso que su estrategia era en principio “cumplir sus directrices”, apoyando a sus futuros aliados en el tema sirio.

El pretexto de las intervenciones va siempre dirigido a y por un “problema religioso”. Siempre que en Occidente se analiza una situación en Oriente Medio, nos quieren vender la imagen universal del moro con el turbante, altivo y fanático, con dos cartucheras colgando y una bomba en la mano. Todo aquel en Occidente que alegue dicho estereotipo es porque vive en una realidad que no es cierta. Existen más de 1.500 millones de musulmanes en el mundo, y lo único que tienen en común entre ellos es la devoción por Alá y por Mahoma, cuyos preceptos nunca han obligado ni obligarán a matar, del mismo modo que los Evangelios tampoco lo hacen. Otra cosa es que se tergiversen las Palabras Sagradas, algo que ocurre desde la Edad Media. También del mismo modo existirán siempre minorías radicalizadas que lo único que pretenden es poder y riquezas, las mismas que preparan a los fanáticos para inmolarse, del mismo modo que los Servicios Secretos de las potencias occidentales preparan a sus agentes por una “causa” pretendidamente justa, con el fin de boicotear o provocar confusión, casi siempre con grandes pérdidas de vidas humanas.

Lo que me parece claro es que se ha convertido un problema económico en un problema social y religioso, y eso siempre dará pie a confusiones en la gente corriente, que vive ajena pero que su opinión acumulada puede ser decisiva. Si se manipula dicha opinión, cualquier acto que se realice en contra estará bien justificado, así los gobiernos europeos están dejando a millones de sirios a su suerte, sin ningún tipo de amparo, muriendo ahogados a miles en las aguas del Mediterráneo. Llevamos años en que cada semana se hunde al menos un barco con personas que huyen de la guerra. Pero la gente corriente lo contemplamos con cierta indiferencia, pues se trata de “talibanes con turbantes y bombas en las manos, capaces de utilizar a sus mujeres e hijos para sus actos criminales”. Esa es al menos la idea que cada día suelo contemplar por las redes sociales: europeos deshumanizados porque “alguien” ha estrellado su camión contra una multitud en Francia. A parte de que en todos estos atentados, como el de Francia, han muerto también civiles musulmanes, me parece una barbaridad que personas de “tan alto nivel intelectual” siembren la confusión y desconcierto con sus opiniones arbitrarias, desconocedoras hasta de la religión predominante en su propio barrio. No hay mejor pretexto para un conflicto que crear algo abstracto o imaginario, y eso se ha conseguido con tanto problema en Oriente Medio.

Si una persona reduce todo a una bandera resulta muy fácil señalar a las demás como “non gratas” o enemigas. Eso ha estado ocurriendo en el mundo desde que se descubrió América, y si no cambiamos ese concepto, será imposible vislumbrar un futuro pacífico. Para demostraros lo paradójicos que llegamos a ser, os voy a poner el terrible ejemplo de Alepo (o Aleppo), una ciudad histórica de Siria que en el año 2005 contaba con casi 2.2 millones de habitantes. Este asentamiento se forjó por el movimiento de refugiados que a lo largo del siglo XX se formó a causa de diversos conflictos bélicos. A principios del siglo XX la ciudad apenas superaba los cien mil habitantes, de los cuáles más de siete mil eran judíos, casi treinta mil eran cristianos católicos y el resto musulmanes de distintas corrientes. Los sucesivos conflictos armenios (durante la Primera Guerra mundial), con casi cincuenta mil refugiados de mayoría musulmana, otros cuarenta mil refugiados hasta 1925, además los llegados de los conflictos turcos, pasando a residir en la ciudad numerosos griegos ortodoxos y asirios de Cilicia, la ciudad contaba en 1965 con medio millón de habitantes, una variopinta mezcolanza de etnias y religiones que, en líneas generales, prosperó convirtiéndose en el primer centro económico y el de mayor número de habitantes de Siria.

GRA315 MADRID, 12/09/2015.- Manifestación convocada por sindicatos, partidos y organizaciones sociales en la madrileña calle de Atocha para reclamar al Gobierno español y a la Unión Europea la adopción de medidas urgentes para la protección y acogida a los miles de ciudadanos, en su mayoría sirios, que llegan a Europa. EFE/ J.P. GANDUL

Alepo ahora apenas llega a 40.000 civiles más las tropas de combate que todavía machacan lo que queda en pie. ¿Dónde están sus más de 2 millones de almas que se han marchado? Puede que sus más de 20.000 judíos se encuentren en Israel, las decenas de miles de cristianos ortodoxos y católicos intentaron refugiarse principalmente en Grecia a través de distintos caminos, y la gran mayoría musulmana está confinada por distintos campos de refugiados, sólo en el Líbano han llegado más de un millón, muriendo a miles los que intentaron e intentan cruzar el Mediterráneo hacia Europa. Esta tragedia que está encasillada como un “desastre moro” en las redes sociales, ignora que ante todo son personas, además modernas y hospitalarias, acostumbradas a recibir y atender a refugiados sin distinción de clase ni religión a lo largo de su historia, personas dignas y cultas, con su Derecho adquirido de igual manera en la ONU que cualquiera de nosotros.

Estas personas de las redes sociales que critican la ayuda ignoran también que sus “moros” son en mayoría musulmanes, pero que también huyen y sufren de otras religiones. En definitiva son personas, almas que no saben de Política ni de razones religiosas o económicas, ellos vivían tranquilos, buscándose la vida como mejor sabían y ahora se han quedado sin hogar, sin bandera ni religión, porque en Siria, su país, ha intervenido el euro, algo que no podía permitir el sistema americano del dólar (y que ahora quiere “arreglar” el rublo) dejando las soluciones políticas al condicionamiento más interesado del vencedor por la fuerza. Con la mitad de recursos bélicos que Moscú ha gastado en esta Guerra de Siria se podría alimentar a una ciudad como Alepo durante diez años, pero ningún gobierno quiere asumir el riesgo y la responsabilidad de parar la tragedia. Me da lo mismo qué o quién generó el conflicto, la obligación como humanos es acoger a nuestros congéneres sin condiciones y no dejar que sus paquebotes se hundan, tal y como están consintiendo las autoridades italianas (europeas por extensión).

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