En el yacimiento prehistórico de Olduvai se sentaron las bases científicas que han establecido el orden cronológico para nuestros ancestros más remotos, siendo este lugar el que lanzó la teoría sabida de que la especie Homo, nuestra especie, surgió en África. Un equipo de científicos  españoles (arqueólogos-antropólogos forenses-químicos-genetistas, etc) está excavando y estudiando desde hace una década este rico yacimiento, el más importante del mundo, con resultados que fueron inmediatamente espectaculares. La aparición de una falange datada en 1.9 millones de años, perteneciente a un Homo Erectus, retrasó en más de 300.000 años la existencia de esta especie, demostrando que era contemporáneo al Homo Hábilis, pues se ha hallado en su mismo estrato temporal, descubrimiento que obliga a reescribir mucho y a cuestionarnos numerosas hipótesis, sobre todo a la hora de establecer en qué periodo comenzamos a elaborar herramientas. Clica para ver Video:

Olduvai es una garganta dentro de la llanura del Serengueti, que forma parte del Gran Valle del Rift.  Dicho pequeño cañón o Garganta de Olduvai, que políticamente pertenece al norte de Tanzania, posee unas características geológicas muy particulares, ya que de un antiguo lago, fue cambiando la configuración del terreno, labrando en las paredes de la garganta los estratos visibles de los últimos dos millones de años. De manera que, para los arqueólogos, es como ir leyendo en un libro viejo: con cuidado de no romper sus hojas y descubriendo lentamente las señales que el pasado nos ha ido dejando. Clica para ver Video:

 

Si miramos los avances tecnológicos que hemos logrado en los últimos 10 milenios nos puede parecer impresionante el desarrollo conseguido por nuestra especie, pero si lo comparamos con los últimos 2 millones de años nos resultaría increíble. Durante el periodo que abarca los 2.4 millones de años hasta hace más o menos 50.000 años, las herramientas fabricadas y usadas se basaban en la piedra, de contornos más o menos refinados, pero similares en todos los puntos del Globo, allá donde han aparecido restos. Los expertos opinan que eso se debe a que una especie determinada y nacida en el corazón de África fue la que emigró a dichas zonas y, por consiguiente, siempre fue la misma especie la que evolucionó a su vez dicha industria lítica.

Olduvai guarda numerosos registros de aquellos comienzos en que los homínidos labraron las primeras herramientas, pero las dataciones más antiguas giran en torno a los 2.6 (muy pocos restos) y principalmente sobre los 2 millones de años. El descubrimiento de restos anteriores en el tiempo, también estudiados por científicos españoles en Ain Boucherit, Argelia, y datados en 2.4 millones de años, más los recientes descubrimientos en un yacimiento de China, con restos de hace 2.1 millones de años, plantea en estos momentos numerosas incógnitas, sobre todo a la hora de establecer en qué periodo de tiempo salieron del continente africano los primeros homínidos inteligentes y por qué lugares específicamente. Si interrogamos a los especialistas que estudian a pie de excavación, cada uno posee su hipótesis, que “desea” respetar lo que sus homólogos prescriben, pero que las pruebas modifican sin remedio.

Si seguimos el rastro de yacimientos desde Centroáfrica encontraremos yacimientos muy antiguos en el Sur, de alrededor de 2 millones de años, y al Norte lo apuntado antes de Argelia en 2.4 (Ain Boucherit). Estas nuevas dataciones plantean la posibilidad de que la Humanidad surgiera en toda África más o menos simultáneamente y no en un lugar concreto. En el periodo que transcurre entre esta datación y la china de 2.1 millones resulta todavía creíble la hipótesis del “comienzo africano”, pues en 300.000 años nuestra especie o nuestros ancestros más parecidos, seguro que fueron capaces de abarcar dicha distancia. Lo que ya no está tan claro es su paso hacia Europa, pues los restos más antiguos de industria achelense hallados en España están datados en 1.4 millones de años (en Orce), mucho más antiguos de lo que se creía hace menos de una década con los 800.000 de Atapuerca, y comparables en datación a los registros de Oriente Medio, con 1.8 millones de años. No debemos confundir con los seres humanos modernos, que si se hallaron los más antiguos (+-180.000 años de antigüedad) en Israel, ya que hablamos de homínidos, que tienen diferencias sustanciales con nuestra especie actual.

Gracias a los esfuerzos de los científicos españoles y por su afán de conocer nuestro pasado más remoto, encontramos el CENIEH, que se ha convertido en el referente mundial de la Paleoantropología. En este centro, por ejemplo, se pudo establecer que los restos homínidos hallados en Georgia pertenecían a dos especies distintas y no a una sola, como sostenían sus descubridores. En este centro han registrado cinco especies diferenciadas de homínidos que se desarrollaron en los últimos 2 millones de años en África, y no descartan la aparición de nuevas a medida que se vayan descubriendo más yacimientos y mejorado las técnicas para investigar los restos. Clica para ver Video III:

María Martinón-Torres, que es especialista en el CENIEH dentro de la Paleoantropología Dental, no descarta e incluso se inclina más por pensar en la posibilidad de que el Homo Sapiens moderno en Europa proceda de Asia, independientemente del Homo Sapiens desarrollado en África. Es decir que, si podemos diferenciar las evoluciones dependiendo del espacio, seríamos una “tercera evolución” y no un “asentamiento” venido directo de África, algo que abre el frasco a nuevas perspectivas genetistas y teorías todavía más revolucionarias, pues se remite a pruebas que necesariamente documentan lo expuesto.

Pero María choca dentro del mismo grupo de científicos españoles con los teóricos que opinan algo radicalmente opuesto: que los primeros homínidos ya pasaron a España y Europa por el Estrecho de Gibraltar, en torno a los 2 millones de años, y que del mismo modo, nuestra especie moderna pudo pasar hace al menos 200.000 años. Creo que resulta de lo más interesante vivir este debate científico de primera mano, con los más expertos en nuestro suelo, muy precavidos a la hora de sus manifestaciones, pero revolucionarios por su inconformismo ante lo establecido académicamente. Sin olvidar a Arsuaga y su equipo, que siguen en la brecha de Atapuerca, quiero mentar a los magníficos profesores Enrique Baquedano, Manuel Dominguez, Emiliano Bruner y un largo etcétera de especialistas, cuyo objetivo es conocer nuestro más antiguo pasado, en un tiempo tan remoto, que el mero hecho de producir fuego y mantenerlo resultaba casi un milagro.

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