Muy cerca de la Plaza Mayor de Madrid, en la calle Cuchilleros 17, se encuentra el restaurante más antiguo del mundo, según el Libro Guinness de los Récords (edición de 1987), el Restaurante Botín, conocido también como “Sobrino de Botín” desde siempre. Si bien es cierto, era una empresa familiar, ni siquiera en sus inicios tuvo que ver con el apellido Botín, ya que dicho sobrino, fundador del establecimiento, se llamaba Cándido Remis, cuya tía estaba casada con el cocinero de origen francés Jean Botín. Probablemente se intituló a la casa de comidas como se conoce por rendir homenaje su sobrino al maestro cocinero, aunque los detalles no los conocemos con exactitud.

Hay cosas que si se pueden probar por que dejaron constancia en los registros municipales. Por ejemplo, el edificio donde se ubica se construyó en la segunda mitad del siglo XVI, y existen referencias del mismo desde el año 1590. También queda probado que se usaba como posada y casa de comidas desde finales del XVII al menos, y que en 1725 se acotó y reformó una parte para un sobrino de los propietarios, manteniéndose una inscripción con la fecha en una piedra de la entrada. El horno de leña también se conserva y utiliza desde dicha fecha.

El restaurante está tan bien conservado que parece una reciente reforma a lo vintage, al estilo español, y es porque sus propietarios se ocupan de mantenerlo en perfecto estado. A lo largo de los siglos sus tres plantas más la baja se distribuyeron de forma distinta, e incluso las superiores se utilizaron como vivienda de propietarios y empleados en algunos periodos. Hoy en día disponen de todo el espacio dedicado al restaurante.

En la página oficial del restaurante podemos encontrar una relación histórica del mismo. Por ejemplo, nos recuerdan que las posadas y restaurantes no fueron ni parecidos a lo que son en la actualidad. Durante el siglo XVIII no se podía vender carne ni vino, ni cualquier comida o bebida que se encontraran en los establecimientos autorizados. Pero podías comprarlos y que te los cocinaran en la posada. Se sabe también que en el siglo XIX se amplió la planta baja, se instalaron escaparates y un mostrador de pastelería, donde se servían pestiños, pasteles de gloria, suizos, bartolillos, etc.

Su actual propietario, desde principios del siglo XX es la familia González. Son los artífices de que el establecimiento no perdiese nunca su personalidad original. En su interior, los huéspedes y clientes del restaurante encontraban y encuentran lo más representativo de la Cocina Castellana, con el cordero y el cochinillo asados como protagonistas. La tercera generación González: Antonio, José y Carlos, se preocupan a diario de que todo se atienda debidamente, tanto el estado del edificio, el servicio, como la calidad de los productos que se sirven.

Pero no todo es asado de carne. Se puede encontrar una amplia carta de platos variados recomendados, así como platos típicamente marineros, como el lenguado, merluza de pincho, y unas famosas almejas en salsa, ya de por sí un reclamo desde hace décadas para los madrileños por su genuino sabor. También disponen en el restaurante de una variada carta de vinos. La idea de estos hermanos restauradores, siempre con sentido del humor, trata de “permanecer al pie del cañón durante otros trescientos años más, por lo menos”, aunque tuviesen que cerrar por un tiempo y por primera vez a causa de la Pandemia.

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