En el mes de Abril de 1993 nos dejaba, a los 81 años de edad, Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, conocido mundialmente como Cantinflas, el actor de habla hispana más famoso de todos los tiempos. Durante estas tres décadas sin Cantinflas, el mundo no ha cambiado mucho políticamente, pero si recorremos la carrera de este fabuloso personaje, podemos comprobar que el Cine y los espectáculos de entonces, sí han cambiado sustancialmente. Con Cantinflas terminó aquella entrañable manera de hacer Cine y de comunicarse, de decir las cosas más importantes con gracia y casi siempre respondiendo el público con carcajadas. A él le debemos el «engaño» que sufrió la Censura en todo el ámbito hispano, porque este genial “payaso” era muy serio en todo lo que decía, aunque todos nos reímos de nuestra sombra. Con 16 años de edad, se alistó en el ejército, diciendo que tenía 21. Todo un personaje.

Mi padre me contó que en uno de sus viajes a Madrid por cosas del Fútbol, pues fue miembro de la RFEF, para hacer tiempo, entró en una cafetería modesta de una calle perpendicular a la Castellana. No supo ni cómo se llamaba dicha calle céntrica, pero tenía vistas al exterior y se sentó a matar el tiempo tomando un café, hasta la hora de la reunión concertada. Era por el año 1972, un día precioso del mes de Septiembre. Entonces observó que un taxi paró chirriando ruedas al rozar con el bordillo de la acera. El auto completamente negro y su típica banda roja, se detuvo, y salió un señor bajito con unas gafas de sol inmensas, que le tapaban medio rostro.

Caminaba a pasitos cortos y más rápidos de lo habitual. Entró en la cafetería y mi padre lo siguió con la mirada. Apoyó los dos brazos en la barra y le chapurreó al camarero un acento mejicano del que sólo se entendió «agua». Éste le sirvió un gran vaso de agua del grifo y se quedó mirando su rostro, frunciendo el ceño, como pensando «este me suena de algo». Mi padre, que lo reconoció enseguida, como hombre de gran sentido del humor, dentro de su gran clase y elegancia, le gritó al camarero: «la siguiente ronda la pago yo».

Cantinflas se giró hacia mi padre bastante ofendido, se quitó las enormes gafas para verlo mejor, y al observar el rostro risueño de mi padre, tan elegantemente vestido, se partió a reír. «Estos españoles no se cansan. Siempre que vengo acabo agotado de sus chingadas ires y venires. Ya no regreso jamás ni rejamás de los jamases, porqueustedesnomeconoceen» dijo con su típica forma de «discursear». Palabras que despertaron la risa incontenida de los cuatro clientes y del camarero del local.

El resto de la anécdota no le importa a nadie, y no se trata tampoco de escribir sobre el tema, sino de homenajear a uno de los actores más grandes que ha dado el Séptimo Arte y el mundo del espectáculo en general.

Cantinflas llegó fuerte. Mientras los españoles se liaban a tiros en una terrible Guerra Civil, se iniciaba su vasta filmografía con el estreno de “No te engañes corazón”. Hasta una decena de películas rodó, perfilando un personaje entrañable y con personalidad propia, hasta que los españoles lo conociéramos. Eso sería en 1940 con el estreno de “Ahí está el detalle”, en mi opinión, su obra maestra, al menos de su primera época en blanco y negro.

El Cine y personajes como Cantinflas, nos recordó a los españoles corrientes de la posguerra que existía otro mundo hispano en la lejanía, que existían acentos extraños, otras maneras de expresar nuestra lengua, enriqueciendo nuestra cultura como ningún otro personaje americano en la Historia. Aún hoy en día se puede observar a los más jóvenes con la boca abierta y alucinando al escuchar a este actor durante una explosión verbal en cualquiera de sus películas. Se trata de uno de los pocos actores de habla no inglesa, y creo que el primero, al que se otorgó un Globo de Oro (en 1956) en Hollywood, galardón más apreciado de los Estados Unidos, incluso más que los Oscar (para los actores), ganado por la película en la que participó en dicho año.

Mario Moreno nació en 1911 en Ciudad de México. Creció en el seno de una familia humilde junto a ocho hermanos (sobrevivientes de los catorce que tuvo su madre). Su padre era cartero, un oficio que protagonizaría numerosas películas y escenas en su carrera. Mario fantaseó durante su juventud, en la década de los años 1920s, con dedicarse al mundo del espectáculo. Le encantaba el Circo y ver películas de los cómicos famosos (sobre todo los conocidos Chaplin y keaton), por el que le vino la afición temprana por el mimo. También adoptó tempranamente pseudónimos, pues a su padre no le agradaba la profesión del espectáculo (por indecente). Así que acompañaba a diversas compañías circenses por sus giras, diseñó sus propios números tras los que pasaba el sombrero para costearse los viajes, haciendo malabares y mimos. Fue por fin admitido en dos carpas rodantes: Ofelia y Valentina, donde le encargaban trabajos y alguna que otra presentación. Se dice que en una de ellas, se olvidó del texto e improvisó. Fue tan sonada y graciosa su intervención, que ya en aquel tiempo surgió su apodo definitivo de Cantinflas, probablemente a finales de dicha década. Por los años 1930s ya se dedicó profesionalmente al espectáculo y en Valentina conocería a la que sería su única mujer, la moscovita Valentina Ivanova, hija de los propietarios de la carpa.

De modo que el personaje de Cantinflas se fraguó en el mundo del circo, cuando fue añadiendo características sacadas de la gente humilde, como su vestimenta y su bigotito típico. Ya a edad temprana tenía claro Mario que necesitaba una identidad artística única, como la de los míticos Marcelino, el payaso español (fallecido a finales de los 1920s) y estrella de su infancia, y del propio Charlot, Charlie Chaplin. A esta apariencia le fue perfilando un modo de caminar único y de conversar “cantinfleando”, improvisando frases, expresiones y giros incoherentes del lenguaje en sus discursos, terminando con mensaje directo y chocante.

El Cine le dio una popularidad sin parangón. Comenzó su carrera cinematográfica en 1936, rodando 53 películas hasta 1981 con “El Barrendero” y, aunque las primeras no tuvieron gran éxito, desde el estreno de “Ahí está el detalle”, fue convirtiéndose en un actor universal, reconocido en tres continentes, allá donde se hablara español, y durante más de cuatro décadas.

Cabe destacar que el inicio de Cantinflas en el Cine coincide con la “Época Dorada del Cine Mexicano”, que los expertos sitúan entre 1936-1956. Esta industria destacó al menos en estas dos décadas de manera importante, exportando películas a toda Hispanoamérica, España y Estados Unidos, teniendo Cantinflas un lugar muy señalado en el fenómeno, proyectándose sus películas y triunfando hasta en Guinea Ecuatorial.

También tuvo su “época Hollywood” cuando ya era muy conocido en Estados Unidos, a mediados de la década de 1950s. Hay una estrella a su nombre en el Paseo de la Fama. De hecho, la Columbia Pictures (compañía que lo produjo desde 1946) sigue generando beneficios con sus películas (produjo 34) a día de hoy. Se relacionó con los actores y actrices más famosos de su época. Con los altos beneficios conseguidos, a su regreso a México fundó su propia compañía, Cantinflas Film, produciendo sus últimas películas.

Lo que más atrae de este personaje entrañable es su aspecto y forma de comunicarse, con esa verborrea simpática que lo convirtió en uno de los grandes cómicos de todos los tiempos. Pero destaca su mensaje social. Sus personajes de cartero, policía, cura o juez defendían al Pueblo, se identificaba con los débiles frente a los ricos y defendía la justicia por encima de todo, sin olvidar el carácter cristiano y católico del mundo hispanoamericano. En tono satírico, le echaba pestes a los dirigentes más o menos despóticos a su manera, como Chaplin hizo en “El Dictador”. Mario Moreno también plantó sus pinitos en la política mexicana. Curiosamente en el bando Conservador. Pero “ir de serio” no era lo suyo.

El final de sus días estuvieron envueltos entre reconocimientos y críticas, la mayoría a su vida familiar y social. La prensa rosa se ensañó con él, o por sus presuntas amantes incluso en vida de Valentina, o por si su hijo era o no una adopción de un hijo biológico suyo fuera del matrimonio. Mimo, malabarista y humorista (payaso) de circo, también se le reconoció su faceta como actor de teatro, músico, compositor, guionista y torero, un arte que siempre estuvo presente en su vida profesional y cotidiana. Bonita manera de describirlo, ya que, al menos en sus inicios, se tenía que ser muy valiente para dedicarse al espectáculo.

Tras un cáncer de pulmón diagnosticado a finales de 1992, falleció en Abril del año siguiente Cantinflas. Sus cenizas se enterraron en el Panteón Español de la Ciudad de México, donde reposan. Fue recordado por numerosos jefes de estado y se brindó un minuto de silencio en el Congreso de los Estados Unidos. Fue carismático y seguido por decenas de millones de espectadores por todo el mundo, y hasta venerado por generaciones que no lo conocieron en vida. Todo un mito inolvidable Cantinflas.

Please follow and like us:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.