Si hay algo que está claro en este mundo es que los polos opuestos se atraen y cuanto más te alejas de la verdad más cerca te encuentras a ella. Viene intrínseco en nuestro status qvo. Si quieres conocer a un ladrón entra en una comisaría, y si quieres conocer los movimientos de la Policía, pregunta a los pandilleros de los suburbios. En unos tiempos revueltos en que se cuestiona la autoridad política en todos los países del mundo, aparecen los verdaderos protagonistas, los herederos de matanzas del pasado: unos imbuidos de Poder y otros empachados de dinero y riquezas. Ahí tenemos a Bill Gates, que parece que con él no va la cosa, pero que durante décadas ha sido el hombre más rico de la Tierra, además de “oráculo de los dioses” por sus vaticinios, incluidas sus “visiones” de pandemias como la que sufrimos. Por otro tenemos al “dinosaurio” Henry Kissinger, que representa el hacer del pasado reciente, que a sus 97 años todavía transmite el perfil de político preocupado y dispuesto a salvar al mundo.
Nada tienen en común estos dos hombres pero ambos aparecen en el momento de mayor crisis mundial. Probablemente sepan menos del Coronavirus COVID-19 que cualquiera de nosotros, pero eso a ellos no les importa, lo verdaderamente importante es que se creen con el poder de solucionar este terrible problema mundial que nos atañe, y no sé qué será mejor el remedio o la enfermedad. Quien haya seguido la carrera de ambos hombres influyentes adivinará el sentido de mis palabras rápidamente, pero para los crédulos, tengo la obligación de contar en síntesis sus trayectorias para comprobar que, cada uno de ellos por separado, resultan intrigantemente hostiles, pero juntos resultan las «amenazas» más inmediatas a vigilar.
La biografía de Bill Gates resulta archiconocida hasta para los imberbes de 12 años. Era un don nadie al que le sonó la flauta configurando un sistema operativo de éxito (por cierto, mucho peor que otros sistemas de la época) y que construyó (junto a Allen) el imperio Microsoft, durante un par de décadas al menos, la empresa que más beneficios económicos generó en la Tierra. Vivió y vive el “sueño americano”, y cuando el dinero le llovía en cantidades vergonzosas hasta para él mismo, se dedicó a proyectos inverosímiles, algunos de ellos secretos y probablemente inquietantes para la seguridad en general. Sabida es la adquisición de un bunker militar secreto para almacenar el mayor archivo fotográfico del mundo (diapositivas, negativos originales, vídeos, etc), dijo que para “digitalizarlos y protegerlos”. ¿Para qué quiere un particular almacenar ese tipo de cosas? ¿No suena a holocausto tan sólo con escuchar sus pretextos cuando lo creó? Por otro lado se encuentra su “extraño” agnosticismo declarado, cuando funda el colmo para la Filantropía en el año 2009, al comprometerse a donar al menos la mitad de su fortuna en ayuda del prójimo, y además convence a otros multimillonarios a hacer lo propio. Ni la Madre Teresa de Calcuta pretendió tanto. Saber qué pasa por la cabeza de este personaje es todo un enigma, porque transmite tranquilidad y sosiego hasta cuando vaticina la desaparición de la especie humana.
Por otro lado tenemos al gran Henry Kissinger, aunque es un personaje histórico que las nuevas generaciones lo mismo ni les suene. Las personas mayores de 50 lo hemos escuchado por televisión en numerosas ocasiones y a menudo hasta finales de los años 80s. Este hombre no es pobre, eso seguro, pero no tiene una fortuna comparable a los grandes multimillonarios procedentes de las grandes empresas y negocios. Es un político y si no el más, uno de los mejores de la Historia. Es de religión judía, nacido en Alemania que se nacionalizó estadounidense en 1943 (cuando contaba 20 años de edad), para volver a Europa a pegar tiros contra sus excompatriotas.
¿Qué cóctel más curioso para un político del país más rico y paranoico del Planeta, verdad? En fin, esta figura ha pasado por la vida pública como ángel y diablo: desde recibir el Premio Nobel de la Paz, a ser acusado por el Juez Garzón ante el Tribunal de la Haya por violaciones de los Derechos Humanos (propuesta que no prosperó). Su carrera es completa, hasta tal punto que se convirtió en “la voz” de los dos hombres más influyentes del siglo XX: Rockefeller y Rothschild, además de acérrimo “defensor” de los intereses judíos en el mundo. Este personaje todavía ostenta la Presidencia de Honor del Club Bilderberg y hace unos días, el casi centenario político, realizó unas declaraciones de lo más preocupantes.
El mensaje principal de Kissinger a los lectores de Wall Street Journal fue: “Los Estados Unidos deben proteger a sus ciudadanos y, con urgencia, trabajar en la planificación de una nueva época”. Luego comparó la situación actual del Coronavirus con la campaña militar de Las Ardenas, donde combatió. Afirmó que su país está dividido, y que cuando termine la pandemia, se confirmarán los fallos institucionales de numerosos países. Para terminar diciendo sobre la Administración que “mantenga la confianza del público en la capacidad de los estadounidenses para gobernarse a sí mismos. El esfuerzo de crisis, por extenso y necesario que sea, no debe desplazar la urgente tarea de lanzar una empresa paralela para la transición al orden posterior al coronavirus”.
Bueno, a mi al menos se me pone la carne de gallina cuando veo a estos dos monstruos vaticinar el desastre que parece nos llegará como consecuencia de esta Pandemia. Porque Bill Gates habló de esta posibilidad de epidemia mundial con detalles en 2015, pero hace más de 15 años (tras los brotes de Coronavirus chino en 2003) ya comentaba y ha realizado conferencias desde entonces que podemos ver en Youtube como la que os comparto al final del post.
Los dos influyentes personajes están convencidos de que es un acontecimiento que marcará los devenires del siglo XXI. ¿Qué nos tienen reservados los grandes empresarios y políticos? Claro, mi estilo de vida es sencillo, me conformo con trabajar mis horas y comer dos veces al día. Ni siquiera el confinamiento me afecta porque soy muy hogareño, y no observo que dos o tres meses de “vacaciones” vayan a modificar el estilo de vida en todo el planeta tan radicalmente como lo pintan. Pero la cuestión es: ¿Hay algo más que no nos quieren decir?
¿No será que cierta gentuza está provocando todo esto de manera planificada, que éstas son las consecuencias de tanta reunión del G-7, G-8, G-20 y G-narices? Las últimas palabras de este viejo sabio en su extensa entrevista del Journal fueron más que desconcertantes: “El desafío para los líderes es manejar la crisis mientras se construye el futuro. El fracaso podría incendiar el mundo”. Desde luego, si todos estos “salvadores” encubren que nuestra situación está planificada por un grupo de políticos asesinos, en España, Italia y Estados Unidos están llevando los planes a rajatabla, porque la mortalidad está siendo aterradora en dichos países.
César Metonio