En este año 2022 se cumple el Centenario del Mercado Central de Alicante, el mercado con el espacio útil (interior) más grande de España y también uno de los mayores de Europa. Construido al estilo Modernista Valenciano, está declarado como Patrimonio Histórico-Artístico de la Ciudad.

En la segunda década del siglo XX la Ciudad de Alicante contaba con un espacio para mercado, dos pequeños edificios que se construyeron en 1841 y otra parte al aire libre, cerca del puerto, que ocupaba un gran solar en lo que hoy conocemos como la Casa Carbonell (Bien de Relevancia Local). El viejo mercado y el resto de murallas que circundaban el casco antiguo, impedían un óptimo desarrollo urbano de dicho casco antiguo, que ya comenzaba a demandar otras necesidades de regulación del tráfico y a surtir de materias alimentarias en otras zonas urbanas más alejadas, así que se necesitaba de un gran mercado de abastos que distribuyera a un centro urbano mayor, que fuera más útil y realista en la práctica. Se eligió la Avenida Alfonso X el Sabio, en la antigua Plaza Balmes, que por entonces se estaba convirtiendo en la arteria principal de la ciudad.

Con asistencia del Rey Alfonso XIII, el Presidente del Gobierno José Canalejas, el Alcalde de Alicante Federico Soto y diversas autoridades, se concertó una solemne inauguración de una nueva plaza para mercado. Para esta inauguración se construyó un templete – por el ingeniero Lafarga – desde donde explicaron al Monarca todo el proyecto. El Secretario del Ayuntamiento dejó constancia de este acontecimiento en un Acta manifestando que “En la Ciudad de Alicante, el 12 de febrero de 1911, en la Plaza de Balmes, S.M. el Rey Don Alfonso XIII procedió a colocar solemnemente la primera piedra para la construcción de una plaza de abastos; extendiendo el presente Acta que, con S.M. firman su Real séquito, representantes en Cortes, autoridades de esta ciudad y demás personalidades invitadas”.

El proyecto de nuevo mercado se terminó en 1915 por Francisco Fajardo Guardiola (1878-1939), un arquitecto que desarrollaría al menos dos barrios nuevos en la ciudad, además de numerosos proyectos urbanísticos. Con el ingeniero Próspero Lafarga, comenzaron las obras de construcción ese mismo año. En 1917 Fajardo accedió a la plaza de Arquitecto Municipal Titular y se debía dedicar plenamente a la zona del Ensanche, por lo que el joven arquitecto Juan Vidal Ramos (1888-1975) continuó la obra del mercado hasta su culminación en 1921, donde solamente modificó del original las fachadas. El mercado se inauguró oficialmente unos meses después, el 12 de Noviembre de 1922. Curiosamente Juan Vidal sería el arquitecto que construyó sobre el solar del antiguo mercado la espectacular Casa Carbonell, también al estilo Modernista Valenciano, al poco de concluirse el Mercado Central.

A pesar de la modificación en la fachada, Vidal siguió el estilo Modernista Valenciano, pero los elementos combinados lo catalogan también como Ecléctico, ya que contiene elementos con estilos desde el Gótico al Neoclásico, por sus sobrias líneas rectas,  dependiendo la zona que observemos. En su interior destaca la amplitud del espacio útil y la fortaleza del hierro, que resulta doble por estar dividido éste en dos plantas. En un principio se ideó el semisótano como gran almacén “multiusos”, pero con el tiempo se llenaron de puestos de venta ambas plantas. Una rotonda con cúpula en el extremo izquierdo de la fachada de Alfonso X el Sabio, le confiere un estilo propio y un acceso por escalera vanguardista en la época.

El Mercado Central de Alicante ocupa una superficie de 5.500 m2 y dispone de 289 puestos de venta de distintas medidas. Desde entonces fue el referente alimentario de la ciudad, pero también en la comarca de l´Alacantí, al que acudían los jueves y sábados al menos. Desde San Vicente del Raspeig, Sant Joan d´Alacant, Mutxamel y El Campello, llegaban por distintas vías para encontrar las mejores frutas y verduras, así como pescados y mariscos frescos, carnes y embutidos de las mejores calidades.

El Mercado Central de Alicante compartió más de cien años de Historia de la Ciudad, como todo en la vida, unas veces con alegría y otras con tristeza. Hubo un episodio terrible en este lugar emblemático, el gran punto de reunión de todas las clases sociales, pues todos necesitamos alimentos. La ciudad sufría bombardeos continuos de la aviación italiana en la Guerra Civil, hasta 258 incursiones se contabilizaron durante los tres años de contienda, 71 bombardeos sobre el casco urbano, uno cada cuatro días más o menos, una rutina que envolvió a los alicantinos en un terror continuado, y a un estrés que no lo soportan ni los más acostumbrados al sonido de la pólvora de les mascletaes.

El fatídico 25 de Mayo de 1938, tras varios errores de comunicación, la sirena para ir a los refugios antiaéreos no sonó. Los controladores pensaron que los aviones darían primero la vuelta, como hacían siempre, para descargar de vuelta hacia las Islas Baleares. Pero esa vez atacaron de frente y descargaron sin que sonara la alarma, de modo que el mercado abarrotado recibió el impacto directo de al menos dos bombas. Según las fuentes consultadas, fallecieron 311 personas identificadas y se encontraron restos de otras 27 que nunca se supo su identidad. Los heridos se contaron por centenares, siendo atendidos en hospitales más de un millar. Los testigos contaron que la sangre fluyó hasta la Avenida de Alfonso X el Sabio como un arroyo negruzco proveniente de las víctimas. Fue uno de los asesinatos a civiles más graves de la Historia de España reciente, triste preámbulo de lo que padecería Europa pocos años después.

La reconstrucción del mercado terminó en el año 1947, época cuando concluyeron también otros edificios e instalaciones derruidas en la Guerra Civil. Algunas se perderían para siempre, obras que los políticos del régimen no consideraron “útiles” para reconstruirse, derruyendo algunas de valor artístico, tal y como hacen los políticos de ahora con las del anterior régimen y de épocas más remotas. Nos hacen pensar éstos que los tiempos cambian, pero solamente cambian para los privilegiados de turno que ocupen el poder. Para el resto de mortales, para los ciudadanos de a pie, siempre estamos en crisis y pagamos los platos rotos. Es una paradoja que se repite. También se rehabilitó el edificio profundamente entre 1987 y 1992 para lucir el aspecto impecable que muestra ahora.

El aspecto del Mercado Central de Alicante parece como recién construido, tanto en su exterior como en el interior. Es una obra que resulta práctica y moderna a pesar de sus más de cien años. De vez en cuando, como ocurrió en el 2012, los vientos huracanados, que no son frecuentes, derriban alguna palmera centenaria, afortunadamente sin víctimas, más que algún mueble urbano. Los alicantinos se sienten atraídos por su edificio emblemático y, aunque no compren nada, ocupan los bares y restaurantes de la zona para una “picaeta” o aperitivo, como lugar de encuentro tradicional. Del mismo modo, los turistas alucinan cuando lo visitan: un espacio amplio, variado y limpio, con multitud de puestos ofreciendo la mejor calidad de la Comarca, sin olvidar los dulces típicos, tanto locales como de Xixona, otra localidad comarcal, que vende turrones en este mercado desde que abrió sus puertas hace un siglo.

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