Año tras año, partido tras partido, los aficionados al Fútbol en España hemos sufrido y ahora también soportamos el abuso de los grandes equipos, con sus grandes presupuestos. Hasta se nos ha inculcado un segundo “lenguaje” fuera del amor al equipo local de turno. En toda España “eres del Madrid o del Barça”, equipos que se han llevado trofeos y laureles, donde han jugado los mejores futbolistas de la Historia, pero ahora resulta que todo es mentira.

Resulta que estos equipos grandes no tienen suficiente con sus inmensos presupuestos, con fichar a los mejores, ni tampoco se conforman con manipular políticamente federaciones (RFEF, Clubes, UEFA y FIFA), además quieren controlar a la Justicia en los campos, sea mediante los “lloros” y presiones ante los medios, o como el Barça parece que está demostrado, comprando directamente a los árbitros, como ha confesado el excolegiado Negreira. Pero nada es extraño a estas alturas, con seguridad, dejarán pasar el tiempo las autoridades pertinentes, hasta que todo quede en una simple anécdota. ¿O será más fuerte la presión mediática esta vez?

El caso “Negreira” ensucia este mundo del Fútbol de una manera grave e irreversible. Durante dos décadas La Liga y la Copa del Rey ha estado adulterándose y, siguiendo la Teoría del Caos, el efecto dominó pudo variar en beneficio de unos equipos y perjudicar a otros. Es decir, bajaron de categoría unos equipos que no lo merecieron, y nos hace sospechar que realmente son los árbitros quienes determinan los equipos que permanecen y los que descienden de categoría. Ahora me explico que, hasta consultando el VAR, las decisiones arbitrales son cuestionables y cuestionadas. Con numerosos ejemplos, como el último “robo” al Elche cuando perdió por 2-3 contra el Betis. Todavía se preguntan en esta ciudad alicantina de dónde salieron cuatro penalties en menos de media hora.

De seguirse un proceso judicial (por lo Penal) “corriente”, se sentarán en el banquillo los presidentes del Barcelona y los principales árbitros implicados de las últimas dos décadas. De probarse los sobornos, ambas partes deberán ser castigados de forma ejemplar. Pero ya os digo que los “indultos” no son ajenos a los catalanes. Recuerdo perfectamente que el Barcelona se negó a jugar un partido de Copa del Rey sobre césped artificial, fue castigado y luego indultado. Esa misma temporada, que debió estar castigado sin jugar cuatro encuentros, ganó una Supercopa al Atlético, además con polémica arbitral. Se llevó un trofeo que no mereció, ganado en los despachos.

Pero no es cuestión de echar mano de la hemeroteca, donde aborreceríamos el Fútbol por tanta polémica arbitral y favoreciendo a los cuatro equipos de siempre más daños colaterales. Yo aborrecí, o al menos ya no sigo con tanta pasión este deporte, por las repercusiones a las injusticias, es decir, a los equipos pequeños se les castiga muy duro y a los equipos grandes se les indulta. Y eso será lo que ocurrirá.

De salir “culpable” el Barcelona, debería bajar de categoría al menos, y a los presidentes implicados se les deberá aplicar la Ley por este caso de corrupción. ¿Pero y con los árbitros, qué hacemos con ellos? ¿Basta con castigar con la Ley a los que fueron sobornados? ¿Qué medidas de disciplina deportiva se puede aplicar contra este corrupto estamento? Pues se me antoja más grave el que se deja sobornar que al que lo intenta.

Recuerdo que hace unos años, el árbitro López Nieto confesó que un magnate ruso intentó sobornarlo y que éste quedó sorprendido ante su negativa. Entonces me enorgullecí por el gesto. Soy consciente de las tentaciones a las que son sometidos, pero también es cierto que cobran una fortuna por pitar partidos en Primera División, por hora y media de trabajo. En fin, no hay más ruin y canallesco que una Justicia corrupta, quedando ahora mi imagen de López Nieto como una gesta solitaria en un mar de corrupción. Los “maletines” son corrientes en categorías inferiores. Una vergüenza.

El señor Jesús Gil y Gil, que se le recuerda precisamente por “corrupto”, plantó cara en su momento a un Colegio de Árbitros que “hacía sus quinielas”, y provocó una reforma que nos ha llevado a la actual normativa colegiada del Comité Técnico de Árbitros (fundado en 1922). ¿Pero qué podemos hacer cuando la mitad de estos árbitros colegiados cobraron y cobran sobresueldos de los clubes a los que pitan? ¿Es suficiente castigar a los probadamente culpables o se demuestra lo vulnerable del sistema y se debe cambiar por otro?

Hace unos años en Alemania se repetían los partidos cuando existía un error demostrado de los árbitros. Por ejemplo un penalti decisivo que estuvo mal pitado, o un balón que no entró realmente en portería, y determinaba el resultado. Ahora con el VAR este tipo de alternativas se olvidaron, y me parece un error, porque el VAR no es tan infalible. Ya son decenas de ejemplos donde público y jugadores interpretan una jugada y el árbitro de turno otra, como si existieran varios reglamentos. Claro, estas situaciones sugieren “tongo”. Si a posteriori se revisa el encuentro y se observan errores decisivos arbitrales, lo más honrado sería repetir el encuentro y no beneficiar a un equipo que no mereció la victoria. La honradez debe estar por encima del calendario.

Los aficionados al Fútbol tenemos en mente y retina una lista inacabable de encuentros “robados” al equipo nacional y a nuestro club. También se alarga la lista con partidos de equipos ajenos a nuestra pasión, son un número exagerado, y para devolver a este deporte su prestigio y honradez, deberíamos mejorar la Justicia dentro y fuera de los campos de Fútbol. Está bien aplicar castigos, pero también debemos mejorar el sistema para evitar la corrupción. Recuerdo que en una ocasión se barajó la alternativa de que pitasen árbitros extranjeros en la Liga, pero no dejarían de ser vulnerables al soborno. No se me ocurre mejor solución que la repetición del partido cuando el error es grave.

César Metonio

 

 

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