Este año se cumple el 70 Aniversario del estreno y registro en la SGAE de la canción “La Manta al Coll”, letra compuesta por el artista alicantino José Arqués Llorens, conocido en su época como “Tolo”. En muy poco tiempo su melodía y letra pegadiza se hizo popular en toda la Comunidad Valenciana, de tal modo, que transcendió superando al Autor, tal y como ocurrió con “Paquito el Chocolatero”, pues aún hoy en día muy pocos conocen a sus autores, aunque hayan tarareado mil veces la canción. Son los dos temas festeros más queridos de la provincia de Alicante al menos.

A medio paso entre la jota aragonesa y el pasodoble (recordemos que de la jota sale todo, clica si quieres volver a leer), reúne los elementos más elaborados de la música tradicional valenciana, pues se compone de un estribillo a un ritmo, que se corta con maestría a otro distinto, continúa con una estrofa satírica, siguiendo otro ritmo, para volver de nuevo al estribillo, en una canción que puede alargarse hasta el infinito.

En cuanto a su autor, recuerdo que en los años 1980s, siendo ya popularísima, casi todos los valencianos creíamos que era una canción tradicional anónima, y que las estrofas se fueron añadiendo espontáneamente al pasar de los siglos, pero existe una palabra clave que nos sitúa en el tiempo y que le atribuye a la canción una antigüedad menor de un siglo y medio, ya que el Postiguet fue una puerta (postigo) instalada en la muralla defensiva de Alicante, que se derribó en la segunda mitad del siglo XIX, para que los vecinos del barrio de Santa Cruz y del Raval pudiesen acceder a la playa urbana y demás zonas sin obstáculos. Dicha playa tomó muy pronto el nombre popular de “Postiguet” y, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por darle otro nombre oficial, “Postiguet” quedará por siempre. Para más información, dicho “postiguet” se cerraba con llave todas las noches, hasta 1858, y era el acceso habitual para los pescadores. Se piensa que dicho gremio popularizó la expresión que luego quedaría reflejada en la famosa playa y canción.

Pero la autoría no estuvo exenta de polémica. Durante las tres décadas posteriores a su composición, surgieron numerosos intérpretes y grupos musicales que amenizaban las verbenas y actos festeros (Fallas-Fogueres y Moros y Cristianos principalmente) sin saber que estaba registrada su autoría. Se editaron incluso algunos singles y se incluyó en algunos álbumes, registrándose estos intérpretes como autores genuinos de la canción. Ocurrió parecido como con “Paquito el Chocolatero”, pues tuvo que ser la hija del Autor quien demostrara y reclamara los Derechos, con la sorpresa de que José Arqués había registrado hasta 17 temas musicales en la SGAE. El hecho de que algunos de los intérpretes compusieran más letras de la canción, en la parte de sus estrofas satíricas, complicó el proceso, quedando las partes disconformes hasta el día de hoy. En 2010 se dictaminó que la música la compuso Manuel García Ortiz y la letra José Arqués Llorens, una canción inscrita por ambos en el registro de Autores en un mes de marzo de 1953.

A pesar de la resolución de 2010, numerosos alicantinos opinaban (los más mayores), que dicha canción ya se cantaba décadas antes de 1953, pero que estos dos autores estuvieron muy “vivos” a la hora de registrar el estribillo y una de las estrofas. La verdad nunca se sabrá, a menos que aparezca alguna partitura antigua que lo demuestre. Creo que los mayores pueden tener razón, pero también es posible que los autores la compusieran e interpretaran ya en sus giras de sus años más jóvenes, para registrarla años después (Tolo era payaso de circo, entre otros papeles, y cantaba muchas canciones). De manera que sería justo conceder la autoría a quien se molestó en registrar primero, proteger y difundir una de las canciones valencianas más alegres y divertidas de todos los tiempos.

En cuanto al contenido, me choca mucho ver los documentales de los años 1950s y hasta el fallecimiento de Franco, cuando nos cuentan la terrible represión que los españoles sufrimos, y que todo estaba censurado hasta niveles insoportables. Yo viví solamente la última década franquista y, aunque era pequeño, recuerdo perfectamente canciones con letras muy sexuales y en valenciano, que no sufrieron dicha censura, ni por estar cantadas en otro idioma distinto al castellano, ni sus letras fueron «suavizadas» o prohibidas. «Maria Rosa», «El Barranc de l´Assut» y esta mismo de «La Manta al Coll» contienen unas letras de lo más pícaras y sexuales, compuestas en valenciano y me consta que fueron prohibidas en valenciano “oficialmente”, pero yo las escuché en público (verbenas) y en numerosas ocasiones, mucho antes de 1977, año cuando se supone que se permitieron. También es cierto que expulsaron a un profesor de mi colegio por enseñar sin permiso en lengua valenciana, a mediados de los 1970s.

Pero en el ámbito rural y en verbenas de barrio se tomaron siempre licencias fuera de lo común. Mi abuela, tras la Guerra Civil, Presidenta de las Congregaciones Marianas de España hasta su jubilación, «perseguidora» de las personas con «malas costumbres», bailaba y cantaba como todos, y cuando íbamos a la playa, desde finales de la década de los 60s, nunca encontramos a ningún guarda que censurase a mi madre, a mis tías o primas mayores para que se cambiaran el bikini por otra prenda más tapada. En cambio, soy testigo de que en el verano de 2019, unos guardias municipales obligaron a varios chicos a vestirse, si querían circular por el centro urbano de Alicante, pues está prohibido circular en traje de baño fuera de la playa. Pero claro, hoy en día a la censura se le llama “normativa municipal”.

Estoy convencido de que la Historia resulta verídica según quien la cuente, aunque existan testigos que la nieguen. También estoy convencido de que la Política lo corrompe todo y que solamente filtra lo que le interesa al gobernante de turno. Seguro que en algún momento puntual se censuraron en España muchas conductas “indecorosas”, lenguaje y modo de vestir, pero si se conoce la Historia, se comprobará que, además de Franco, antes y después de él se censuró también, al menor signo de «libertinaje». En todos los casos prevaleció la tradición y, si se perdió, no fue por el acto de censura puntual, sino porque otros factores culturales la reforzaron, determinando su desaparición. De otro modo, habrían prevalecido lenguas que ahora están desaparecidas.

También es falso que los turistas extranjeros que vinieron a partir de la década de 1960 estuviesen más liberados en sus países de origen que los españoles. Los españoles éramos más pobres, pero no retrasados. Más de 400.000 emigraron y surgieron los tópicos de las películas «españoladas» para reírnos, nada más. Cuando se estrenó la película «Y Dios creó a la mujer» en 1956, apareció una espectacular Brigitte Bardot en bikini y con escenas semidesnuda. En Francia saltó una gran parte de la sociedad escandalizada y solicitó censurar una conducta indecorosa para una chica joven francesa. De hecho, se censuró la película en algunas zonas rurales francesas. Criticaron el bikini, resultando un efecto contrario, popularizándolo, y en las playas las chicas no lo elegían como única prenda, sino que vestían bañador completo en las piscinas y playas públicas. ¿Cuál fue la solución? Ponérselo en España, donde nadie te conocía. De hecho, Bardot puso de moda la playa de St. Tropez, desconocida hasta la proyección de dicha película. Y seguimos igual: creyéndonos todo lo que nos cuentan en las películas, como si fueran documentos oficiales. Ese efecto «dominó», de «hacer lo que quieras en España», produjo el masivo despliegue de cuerpos en bikini suecos, alemanes, británicos y extranjeros en general, con la aparición de las primeras playas nudistas, primero en Ibiza y más tarde por todo nuestro litoral mediterráneo.

Esa fue la conducta general de las turistas extranjeras que no se atrevían a lucirse en bikini en sus lugares de origen. Pero nos han convencido de que nosotros éramos retrasados y que vivíamos en otro planeta. Resulta un error creerse las películas, resulta un error creerse las historias politizadas de nuestros corruptos historiadores, pseudointelectuales y dirigentes. Hay que interesarse cuando se quiere conocer algo y contrastar documentación y opiniones varias. Reitero: estábamos aislados y pobres, pero al corriente de lo que ocurría en el resto del mundo. Cuando el bikini bajó su precio, las españolas comenzaron a vestirlo habitualmente, ya en tiempos de la Dictadura (en su final). Nos cuentan que los primeros bikinis por españolas se lucieron en Benidorm, pero pudo ser en cualquier otra playa, «disfrazadas» de extranjeras. Recuerdo que siendo niño, por el 1970, mis tías más jóvenes estiraban los tirantes del bikini y decían: “que esto valga más que un vestido”.

«La Manta al Coll» cuenta lo que realmente vivía una sociedad divertida y sin un euro en el bolsillo, cuenta el carácter español multicultural, que igual te canta por bulerías que una habanera, en inglés, castellano o valenciano. Cuenta nuestra picaresca y lo salidos que estamos, sea cual fuere el régimen represivo que vivamos. Viene todo intrínseco en nuestra manera de ser, porque somos los que mejor comemos y dormimos del planeta, así que siempre estamos dispuestos a una buena FIESTA. Maravillosas canciones nos han acompañado siempre, por eso fuimos y somos el idioma más cantado de todos los tiempos, con permiso de algunos lapsus operísticos y del Rock & Roll anglosajón, que suponen décadas en el top mundial, cuando la música en español (en sus idiomas) se mantiene firme por los siglos de los siglos.

Versión instrumental en el Auditorio de Alicante 2017:

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