El pasado mes de enero del 2024 se cumplieron 2 siglos de la Policía Nacional Española, doscientos años al servicio de la seguridad ciudadana y que en 1987 se actualizó a los colores actuales tras décadas evolucionando en uniformes y “filosofías” respecto a su relación con la ciudadanía. Repasemos algo de su historia como homenaje a este cuerpo “querido y odiado”, dependiendo de la experiencia de cada uno.
Hoy en día el Cuerpo Nacional de Policía Español posee casi 75.000 miembros, pero en sus inicios, como es lógico, apenas superaban el medio millar, en su primer cuartel de Madrid. Para conocer un poco dichos inicios, debemos recordar que anteriormente a dicho 6 de enero de 1824, no existió ningún cuerpo de carácter nacional, ni siquiera militar, ya que cada regimiento guardaba sus características propias y banderas de sus antiguos territorios de origen. Por ejemplo, la Milicia Valenciana se disolvió en 1799, tras más de cuatro siglos en funcionamiento (desde finales del siglo XIII).
Para encontrar algo similar a una policía nacional debemos referirnos a la Santa Hermandad, que operaba en todo el territorio español como si fuese tal, aunque con connotaciones sobre todo religiosas. Dicha Santa Hermandad fue fundada en tiempos de Cisneros y los Reyes Católicos y, a finales del siglo XVIII, su función era prácticamente simbólica. El dicho “a buenas horas mangas verdes”, se refería precisamente a la tardanza con que este cuerpo llegaba tras los delitos cometidos: “tarde y mal”. Por supuesto tiene que ver con el dinero, como todo. Si no se cobraba a tiempo o no se cobraba, tampoco le podías «pedir peras al olmo».
El siglo XIX, como podéis leer en este blog qvo navegando por la categoría de Historia, fue el peor siglo para España de toda su historia. Las distintas guerras dejaron ya a principios de los años 1820s pueblos y ciudades ruinosas, incrementando la mendicidad y un fenómeno llamado «bandolerismo», que estaba olvidado, pues desde la expulsión de los moriscos en el siglo XVII, los caminos reales y sendas de montañas eran relativamente seguros. Franceses e ingleses dejaron campos y pueblos desolados. Robaron y destruyeron patrimonio en un valor incalculable. En fin, sin ejército ni policía, Fernando VII, que vio la integridad física de los aristócratas y Familia Real en peligro, fue presionado para destinar algo de las exiguas arcas para la armada de un cuerpo de seguridad del Estado, capaz de “custodiar los traslados de los viajeros” en Madrid y los caminos hacia la Capital. Es decir, tenía carácter y competencias principalmente urbanas. Y pretendía principalmente “controlar” y vigilar a los enemigos del régimen (mayormente a los liberales, que eran la Oposición de la época).
Un rey diligente y organizado fue Carlos III. A este rey se le debe la idea moderna de “Estado” y de cómo velar por el ciudadano de toda condición. Creó por ejemplo la idea de Caja de Ahorros, de Lotería Nacional y otras muchas incontables maneras de evitarles impuestos a los españoles, ideas que esta pseudodemocracia actual han revertido en un modelo de esclavitud sin precedentes (excepto para los amiguetes de los políticos de turno, claro). Carlos III organizó la primera policía moderna, la Policía Portuaria (Celadores y Guardamuelles) en 1759, que sigue todavía sirviendo al Estado, y que en su momento vigilaba las costas de cuatro continentes. A este rey debemos la SEGURIDAD en los territorios de las Españas, prohibiendo el uso de la pólvora y de las armas de fuego en todos los centros urbanos, así como las armas blancas consideradas de “ataque”, costumbre que todavía mantenemos.
De aquellos primeros años con remodelaciones continuas, algo común en la policía española hasta tiempos recientes, proceden los términos celador, comisario, agente uniformado y más tarde la figura del inspector. Tras el éxito del Cuerpo de la Guardia Civil creado en 1844, la Policía se pone las pilas y en 1852 sus competencias pasan de la Capital solamente a todo el país. Pasaron a llamarse “Cuerpo de Seguridad”, con unos centenares de agentes de paisano que se llamaron “Cuerpo de Vigilancia”, los famosos “secretas” disueltos tras la Guerra Civil del 36 y que pasaron a otros cuerpos especiales de la Policía.
La Historia está para evitar tropezar en la misma piedra, pero resulta que tropezamos incansables una y otra vez. Si para España la injerencia francesa e inglesa supuso un baño de sangre en la que murieron más de 1.2 millones de personas en la Península Ibérica, para los americanos supuso más de 2 millones de españoles “realistas” muertos, por la misma cantidad aproximada de “independentistas”. Eso ocurrió antes de la creación de un cuerpo de policía, es decir, entre 1812 y 1820, de manera que la situación anárquica llevó a los americanos a la desintegración territorial y la subsiguiente creación de 19 nuevos estados y 19 guerras civiles durante el siglo XIX, donde solamente en México supuso más de 2 millones de muertos y más de 20 millones de asesinados en el resto de nuevos estados americanos. La marcha del poder hispano, de la Paz Española, que duró más de tres siglos, supuso una masacre sin precedentes en la Historia de Hispanoamérica. Pero esa verdad no la confesará el político americano, esa verdad no interesa que ustedes la sepan porque sería confesar una equivocación histórica sin precedentes. Resulta más cómodo echar la culpa a los españoles, como hizo un presidente felón mexicano hace unos años. Quizás si Carlos III hubiese tenido tiempo de construirla, una policía nacional que abarcase los territorios americanos habría ahorrado numerosos asesinatos. Pero nunca lo sabremos.
Desde mediados del siglo XIX se fueron habilitando cuarteles en todas las principales ciudades españolas para la nueva policía. Se entrenaron precisamente para repeler “tumultos callejeros”, y los episodios de 1858, 1863 y sobre todo de 1868, les dio una “experiencia de campo” sin igual. Así que se fueron adaptando a las necesidades en dichas fechas. En 1863 destinaron recursos para la formación de una policía científica y en 1870 cambiaron la denominación general por la de Cuerpo de Orden Público. En Cuba y Puerto Rico se crearon en 1875 sendos Cuerpos de Seguridad y Orden Público, que actuaron hasta la derrota contra los EEUU. Estaban vinculados al ramo militar por cuestiones obvias.
Terminando el XIX prácticamente todos los gobernadores civiles de España tenían bajo su mando un nutrido cuartel de Policías Nacionales. En las provincias con varias ciudades populosas, se multiplicaron los cuarteles. A principios del siglo XX operaban dos academias para la formación de policías, una en Madrid y otra en Barcelona. Ya a finales de la Guerra Civil, en 1939 Franco creó la Dirección General de Seguridad, que agrupaba y daba fin a las anteriores fundaciones de carácter policial de vigilancia y seguridad. Nació la conocida como Policía Armada. No hay que confundirlos con los guardias de asalto, con uniforme similar, actuaron desde 1931 hasta su integración en dicha Policía Armada.
La Policía Armada, más conocida como “Los Grises”, funcionó más de cuatro décadas con mano dura hasta después de la Transición a la Democracia. Un servidor contempló la contundencia de sus intervenciones un par de veces contra multitudes pacíficas manifestándose, y de un culatazo dejaban en el suelo tirados a hombres, mujeres y niños, algo que no ha cambiado, salvo la culata del fusil por las porras u otras armas. Franco mantuvo al Cuerpo de Policía más antiguo de España, a los Miñones de Álava, que funciona desde 1793, y también al Cuerpo de Policía de Carretera de Navarra, que funciona desde 1928. En 1950 autorizó una sección de Mozos de Escuadra para la Gobernación Civil de Barcelona.
Durante y tras la Transición los políticos “reformaron” las dependencias policiales, cambiando a “franquistas” por “demócratas”, algo que debería entenderse como realmente fue: un cambio de cromos, pues tras cuarenta años las generaciones que participaron en la Guerra Civil eran más bien pocos miembros en edad de jubilación. Se concedieron más tarde a las comunidades autónomas la potestad de crear o aumentar los efectivos para una Policía Autonómica, sobre todo a partir de 1986. Se fracasó cuando se cambió el aborrecido uniforme gris de la Policía Armada, por el color marrón oscuro y caqui de la Policía Nacional. De “grises” pasaron a llamarse “maderos” hasta 1986, apelativo que todavía perdura, a pesar del cambio al color azul marino actual.
El Cuerpo Nacional de Policía, con su estructura y denominación actual tiene su origen directo en la Constitución de 1978, donde se le consagran dos misiones básicas: proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la Seguridad Ciudadana. Pero, como casi todo lo constitucional, esta fórmula no se aplica en la práctica. Debería decir que la Policía Nacional está bajo las órdenes del Estado y del político de turno que paga las nóminas (el Ministro de Interior). Los ejemplos de esta afirmación son tan numerosos, que nadie puede decir lo contrario. Baste un ejemplo ocurrido hace poco. En la pasada semifinal de la Champions, en los prolegómenos del partido entre el Real Madrid y el Bayern, la Policía Nacional cargó contra los seguidores madridistas sin venir a cuento, seguidores pacíficos que esperaban cantando y charlando el comienzo del partido. Usaron bolas de goma y gases lacrimógenos, con una total desproporción contra gente pacífica y sin ánimo doloso. Nadie se explicaba esta intervención, ni qué motivó tanta violencia gratuita. Los seguidores del Bayern también cursaron una denuncia por otra carga contra ellos sin ningún sentido.
Quien piense que la Policía son “seres de carne y hueso”, como nosotros, que baje de la luna, ya que son profesionales que no tienen más escrúpulos que seguir las órdenes de sus superiores, y si se diera la orden a matar, sin duda la seguirían, sean de Izquierdas o de Derechas los que den la orden. La Policía no es “un organismo con sentimientos”, es un arma o herramienta de fuerza. La propaganda de “servir y proteger”, tan difundida en las películas, es engañosa. No creo que sea el único que haya visto (y en numerosas ocasiones), como dan “marcha atrás” en un conflicto y no intervenir. No son cobardes, sino que, reitero, sólo cumplen órdenes. Representan al Estado. Son el brazo ejecutor, y ni el Estado ni la Policía son tus amigos. Aunque se celebre el Segundo Centenario de su fundación, existen numerosos detalles para considerar otras fechas como fundacionales, ya que han sufrido numerosas transformaciones –institucionales y filosóficas- desde aquella primitiva Santa Hermandad de finales del XV, precursora de las policías a nivel nacional fundadas en España.
César Metonio