El pasado 11 de diciembre del 2017 se inauguró el nuevo Museo Íbero de Jaen, un lugar donde por fin se reúne la mayor colección del mundo de objetos de la cultura íbera, esa fascinante cultura que habitó la parte Oriental de la Península Ibérica, desde Cataluña hasta Andalucía, y que en las tres últimas décadas sorprende a propios y extraños por la enorme cantidad y calidad de restos que van apareciendo, siendo la provincia de Jaén uno de los mejores lugares donde encontrar yacimientos con sus correspondientes tesoros antiguos (al menos, objetos de uso cotidianos y también vinculados a la religión o al lujo, demostrándose que el Tesoro de Villena no fue una excepción, sino que esta cultura tenía un grado de desarrollo muy alto, equiparable a las grandes culturas mediterráneas y que nunca sucumbieron al poder de Cartago y Roma, sino que se fusionaron (a conveniencia), asimilando lo más destacado de todas las culturas para terminar formando parte del Imperio Romano.
Aunque los arqueólogos e historiadores españoles de principios del siglo XX teorizaban con la posibilidad de que en la Hispania prerrománica existía una gran cultura que casi abarcaba la mitad Oriental de la Península, los historiadores del resto de Europa y América se inclinaban más por la posibilidad de que el mapa político era más caótico, con centenares de aldeas más próximas a la Edad del Bronce, sin apenas contacto entre ellas ni con el exterior, salvo las colonias que fueron formando fenicios, griegos y más tarde cartagineses y romanos. La aparición de la Dama de Elche, una obra escultórica de elevada y refinada técnica, superior por sus detalles a obras griegas y romanas, tampoco convencieron a los expertos internacionales. Al principio incluso fue catalogada (por los franceses) como una pieza importada de otra parte del Mediterráneo. Pero fueron tantas las pruebas que demostraban la exclusividad de su origen, que no tuvieron más remedio que aceptar que, en efecto, había que considerar la posibilidad de que la cultura íbera abarcaba una gran extensión aglutinando varios reinos poderosos y enfrentados entre sí, con pequeñas diferencias socio-culturales entre ellas, pero con numerosas semejanzas, suficientes como para homogeneizar todo el Este peninsular.
A la hora de encontrar grandes núcleos urbanos de la cultura íbera, suficientemente grandes o fuertemente defendidos como para ubicar un trono real e ir distinguiendo las posibles capitales de cada reino (o lugares donde residía el poder o monarquía) se ha tropezado con numerosas dificultades. Ya los romanos dejaron reflejados por escrito los más importantes reinos, como Oretania, Edetania, Contestania, etc., y en los últimos tiempos se han ido identificando los posibles emplazamientos urbanos para las capitales o centros de poder. La aparición de más de una docena de emplazamientos en la provincia de Jaén nos hace pensar no sólo en una región “superpoblada” hace más de 25 siglos, sino en un reino muy poderoso y a tener en cuenta por las potencias extranjeras. De hecho, Cástulo, el pueblo íbero de mayores dimensiones encontrado en toda la Península, pasó a ser Villa o Ciudad Romana de pleno Derecho, título que fue otorgado en contadas ocasiones por la gran metrópoli de la época.
A la cultura íbera se la llama también argárica desde hace unas décadas, pero no hay que confundirlas, pues la íbera se conoce fundamentalmente por un periodo de tiempo justo antes de la Romanización (siglos VIII al II a. de C. principalmente) y la argárica situada en las actuales provincias de Almería, Murcia y Alicante, abarca desde el III milenio al 1.500 a. de C. Resulta obvio relacionarlas, por que se pretende “enlazarlas en el tiempo”, pero hablamos de dos épocas completamente diferenciadas como son la Edad del Bronce y la del Hierro. Es posible que un cúmulo de desastres desplazara con los siglos a mucha población y centros de poder fuera del territorio argárico para asentarse en zonas colindantes y de ello surgieran grandes capitales como Cástulo al Sur y Edeta en el Levante, por ejemplo. Las numerosas piezas y restos en general que se han ido recopilando en Jaén, clamaba por un gran Museo Arqueológico específico y serían precisamente los “Amigos de los íberos” quienes en 1997 solicitaran y animaran un proyecto para ubicar el nuevo Museo.
El nuevo edificio está situado en el Paseo de la Estación, 41 y está administrado por la Junta de Andalucía bajo la dirección de Concha Choclán. A pesar de estar terminado en el año 2009, sucesivos retrasos han pospuesto su inauguración casi una década después. Dispone de un gran espacio útil con más de 11.000 m2, con tres de sus salas todavía vacías en espera de completar la única exposición permanente exclusivamente dedicada a la cultura íbera del mundo. La exposición temporal se titula “la Dama, el Príncipe, el Héroe y la Diosa”, con piezas venidas de distintos puntos de la provincia de Jaén y de otros museos andaluces. La entrada es gratuita con un horario de 9:00 a 20:00, siendo los domingos y festivos de 9:00 a 15:00. Los lunes se mantiene cerrado.