En numerosas ocasiones los arqueólogos y etnólogos encuentran su trabajo “hecho” tras descubrir costumbres que se han conservado inalteradas a pesar del transcurso del tiempo, que a veces puede ser de miles de años, como es el caso de las danzas multitudinarias femeninas dedicadas al dios krishna, que se celebraron en el Majá Raas, en La India.

El hecho festivo, en oración por la paz mundial, ocurrió en el mes de diciembre del 2023 en la ciudad sagrada de Dwarka, una pequeña localidad del estado de Guyarat, al Noroeste del inmenso país. Allí se reunieron más de 37.000 mujeres de todas las latitudes, la mayoría de Delhi, ataviadas con el traje rojo ceremonial, bailando  alrededor de la imagen del dios Krishna unas tres horas, una de las divinidades derivadas del ancestral Visnu (Vishnu), ambos, dioses principales de la religión o filosofía hinduista. Para unos se trata de la reencarnación de este dios, y para otros se trata de dioses independientes. Ninguna religión se libra de condicionamientos “políticos”.

La ciudad sagrada forma parte del Valle Fértil del Indo, que se considera la “cuna” cultural de la India, surgida poco después de la sumeria y la egipcia, alrededor del 3000 a. de C., para desaparecer o transformarse hacia el 1300 a. de C., lo que llamamos Edad del Bronce. El hinduismo es incluso anterior a dicha cultura. El mismo aglutina a un gran número de grupos religiosos o filosofías afines con diferencias a veces sutiles, como la comentada antes, pero si los consideráramos “iguales” y una religión en sí misma, estaríamos hablando de la tercera religión del mundo por su número de seguidores, con casi 1200 millones de fieles. Pero cada figura mitológica del hinduismo posee sus propios seguidores y no predican con su vecino si es distinto, aunque sea la reencarnación de un personaje común.

Las manifestaciones del hinduismo también son numerosas, y algunas de ellas están documentadas en la más remota antigüedad. Templos, rituales, muchos de ellos precursores del yoga (el yoga sutras se remonta al siglo III a. de C.), textos sagrados, cosmología, una docena de deidades masculinas y otra docena de masculinas principales, su riqueza monumental y variedad es espectacular.

Esta del Majá Raas (también conocida como Maha Raas) posee una espiritualidad especial pues está dedicado por mujeres y se le pide a Krishna que interceda para conseguir la paz en los momentos cuando más se necesita. De manera que estas mujeres consideran que nuestros momentos históricos son de lo más peligrosos y necesitamos la ayuda de nuestros dioses más que nunca.

En la India existen diferentes bailes clásicos cargados espiritualidad y cultura que, de alguna manera, combinan diferentes manifestaciones artísticas. La palabra «nâtya» significa danza y representa el canto, la música y la cultura india, reflejada en la tradición de los dioses. Son ocho los bailes típicos de la India, una mezcla entre teatro, drama, poesía, además de emociones e intenciones expresadas a través de la danza.

Bharatanatyam asociado con el fuego y los elementos de la eternidad y el universo; la Kathak, con ritmos lentos, expresa la antigüedad de la cultura; el Odissi representa la sobrevivencia y los orígenes. Mohiniyatta que se describe como un baile de movimientos delicados y eróticos mientras que la danza Kuchipudi tributa las historias sagradas de la India.

Por otra parte, la danza Manipuri recrea la religiosidad desde la óptica femenina; Sattriya basado en la fe vaishnava. Por último, el baile Kathakali pertenece a la región de Kerala y se expresa a través del teatro, el drama y personajes junto a la expresión de cuerpo.

En fin, no sé si es más espectacular el fervor y espiritualidad reunida en estas 37.000 mujeres danzando por la paz mundial, o saber que llevan más de 5.000 años realizando estas danzas. Miles de años vistiendo ropajes combinados, quizás siempre con el color rojo destacando, aunque lo más triste es que sigamos teniendo que rezar para que no existan guerras, algo que nos devuelve una y otra vez, en un eterno bucle, a los tiempos remotos del Neolítico y nuestras primeras hachas de guerra que fabricábamos en piedra.

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