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El pasado mes de Octubre del 2021 se estrenó el penúltimo film de Ridley Scott, El Último Duelo, casi un mes antes de su otro estreno “La Casa Gucci”. El que nos ocupa es un largometraje que dura dos horas y treinta y cinco minutos, ambientada en la Francia medieval de finales del siglo XIV y basada en hechos reales. Ridley es un artista capaz de lo mejor, de verdaderas obras maestras, pero también de lo peor, viendo sus últimos trabajos. Este post lo escribo con una actitud crítica en todos los sentidos, por eso me he esperado casi dos meses a escribirlo y no influir a nadie con mi opinión (por esos veinte o treinta lectores que me siguen y que agradezco por su paciencia).

Lo que primero llama la atención de la película es que en menos de 15 minutos se “navega” a saltos por distintas fechas con un poco de “descontrol”. No entiendo por qué se necesitaba dar esos saltos innecesarios. Me ha gustado la triple perspectiva de la historia, aunque no la duración de las mismas, ni las perspectivas en si, poco íntimas. Cuando se narra “la verdad” desde tres puntos de vista distintos, comprobaremos que siempre nos parecerán tres posturas “paranoides”. Es inevitable convertirla en una historia “aburrida” y “maniática” por el celo de sus protagonistas. Por eso me parece que Ridley aquí se ha arriesgado mucho, pues siempre tiene más fuerza dramática una historia contada en primera persona o desde el punto de vista del observador.

El primer largometraje de Ridley Scott se rodó en el año 1977, “Los Duelistas”, y la temática era similar, aunque sin una mujer de por medio, y ambientada en tiempos napoleónicos. Es una verdadera obra maestra, cuidada hasta el mínimo detalle, algo que no he observado en los duelistas de 1386. Gran parte de culpa lo tienen los protagonistas, ya que Keitel y Keith Carradine ayudaron mucho con sus magníficas interpretaciones. En cambio a Matt Damon no lo he visto muy cómodo en la Edad Media, a pesar de que físicamente da las medidas. A Adam Driver lo he visto más “puesto” y da bien el perfil de guerrero y “pendenciero”. Me ha sorprendido Ben Affleck, de rubio y “amanerado” a lo noble medieval, bastante convincente, creo que ha disfrutado con su interpretación. Pero algo más adelante hablaré de los errores históricos de la película como el cometido con Ben Affleck y de porqué dicho perfil “amanerado” no pudo ocurrir. Por último, y verdadera protagonista de esta película, a la bella Jodie Comer, que la he visto con poca profundidad dramática. Creo que no se ha sabido sacar todo el partido a su papel. En mi opinión, si su versión de los hechos hubiese sido más “explícita” y violenta, la carga dramática hubiese sido perfecta. Alguna que otra lagrimita más no hubiese estado mal. Es uno de los grandes fallos de esta película a añadir a la lista que continúa.

Bien, vayamos de mayor a menor nivel basándonos en los hechos históricos. Los reyes Carlos VI de Francia e Isabel de Baviera tenían en 1386 diecisiete y dieciséis años respectivamente. Carlos VI no llevaría a la práctica su reinado hasta dos años después, ya que su tío el Duque de Borgoña, Felipe II el Atrevido, regentaba los asuntos franceses desde una década antes. No he podido leer el original del caso Carrouges, pero dudo mucho que un rey imberbe conduzca un proceso tan delicado como un duelo a muerte entre dos de sus más importantes vasallos. A la fuerza Felipe II debió arbitrar en el asunto, aunque fuese tras las bambalinas, pero Ridley Scott no comenta nada. Quizás por ello el baile de fechas del principio de la película, para que no se nos ocurra relacionar a los personajes históricos de la película con los reales. Ridley muestra a dos reyes que se corresponden físicamente con la edad real, más o menos, y hasta hace exhibir a un monarca que no estaba muy en sus cabales. A esa edad era un chico muy en sus cabales y no sería hasta seis años después cuando se ganaría el apelativo de “el loco”, pues se le fue la olla y atacó a sus propios hombres en una marcha hacia una campaña militar. En 1393 sufrió graves trastornos psicóticos y su tío volvería a gobernar en su nombre durante un tiempo.

El siguiente personaje por importancia en la película lo interpreta Ben Affleck. En esa época existieron numerosos nobles de nombre Pierre (Pedro). Se supone que se trata de Pierre d´Allençon, conocido en nuestras crónicas como Pedro II de Valois, hijo de Carlos II d´Allençon y de María de la Cerda, biznieta de Alfonso X el Sabio. También estaba emparentado con la realeza francesa y en la película nos dice que era primo del rey, así que no hay duda. Uno de los errores de la película fue decir que “perdieron Limoges”, cuando el duque ayudó a retenerla para Francia en 1370 (según el baile de fechas del principio). La que se perdió realmente fue Usson en 1371. Limoge fue asediada de nuevo en 1388, así que en la película todavía no había ocurrido tal pérdida. En 1386 este conde Pedro II d´Allençon tenía 46 años, así que está bien representado por aspecto físico con el actor Ben Affleck, aunque es otro personaje “amanerado”, cuando realmente era un noble guerrero, mujeriego y más bien rudo y de pocos modales. Tuvo nueve hijos con María Chamaillard, tal y como se dice en la película.

Ridley Scott es británico y no debería “ayudar” a confundir los hechos históricos europeos. El “amaneramiento” de la nobleza europea y sus refinamientos cortesanos, no aparecen hasta bien entrado el siglo XVII, sobre todo desde la construcción del palacio de Versalles. El refinamiento europeo se fue copiando de la corte española y feudos de la actual Italia, a partir de finales del siglo XV. Antes de dicha época, el resto de cortes y de la nobleza europea seguían un estricto protocolo casi litúrgico, muy tosco y sin amaneramientos, para luego convivir en un día a día con sus vasallos, con los soldados en época de guerra y con sus quehaceres granjeros y ganaderos en época de paz. La religión era lo más importante y en Francia siguieron mandándose expediciones (cruzadas) hasta principios del siglo XV, así que amaneramientos, contados.

Cuando entramos en la biografía de los protagonistas, Jean de Carrouges, su esposa Marguerite de Thibouville y el favorito del conde, Jacques Le gris, es cuando me perdí un poco y me convencí de que Scott confundió a varios “Pierres” y además algunos espacios bélicos que no me cuadraban en Normandía. Creo que a falta de información o de una biografía más interesante, situó al padre de Marguerite como un traidor, y se plantea como si fuese en la realidad Pierre de Craon, quien en 1384 despilfarró en el juego y la depravación todo el botín de las guerras en Nápoles, cayendo en desgracia en la corte, pero apoyado por otros miembros de la Familia Real, era continuamente acusado y perdonado de numerosas intrigas (como el caso Clisson). Para que cuadrase en la historia el problema con la dote de Marguerite, se echó mano de historias paralelas, muy común en numerosas películas que se tienen como “históricas” y que no se es consciente del daño que producen. Pasó hace unos años cuando se habló de un “príncipe catalán llamado Rodrigo”. Ahora todos pensamos en que el padre de Marguerite fue un traidor en la realidad, algo que no pasó, como muchos norteamericanos y seguidores en general de HBO piensan que hubo un reino catalán tras ver la serie Knightfall (que incurre en numerosos errores históricos, clica aquí para leer de nuevo). Entendí que la traición del padre de Marguerite provocó la pérdida de Limoges, algo que no ocurrió, al menos en 1380, como se dice en la película (fue un hecho ocurrido en el año 1370).

Jean de Carrouges está interpretado por un Matt Damon algo “deprimido”. Le falta fuerza interpretativa a su personaje. Sus medidas son perfectas para un caballero de aquella época, pero no tiene la cabeza perfilada como un guerrero de esa época, aunque en sus poses y andares está muy conseguido. Viudo, quiere rehacer su estirpe con Marguerite, a la que trata con bastante indiferencia. En la biografía oficial tiene 56 años en 1386, una edad que en la época se roza ya la ancianidad, pero consta que combate hasta su muerte en 1396. Así que sigue siendo un guerrero y fuerte en 1386. En la película nos muestra una relación conyugal “política”, y era algo habitual en la época, pues los apasionamientos eran comunes, pero fuera del matrimonio. Scott hace coincidir la violación con la gestación de su hijo, un recurso perfecto para escandalizar al espectador y sembrar las dudas.

Le Gris está interpretado por Adam Driver. De todos es el que más me ha convencido. Camina algo encorvado porque es demasiado alto para esa época, pero es un detalle muy realista, así como todo su perfil, incluido su cabellera y barbas muy medievales. Era el favorito de un guerrero “pendenciero” y conocido mujeriego conde d´Allençon, así que no podía ser menos su escudero. En la historia fue poco conocido y se hizo popular por su muerte en este duelo más que por sus anales belicosos en la Guerra de los 100 Años. Es en este personaje, por su perspectiva en la película, donde hablaré de lo ocurrido. Le Gris era un hombre de éxito en su mundo. Como favorito del Conde, cualquier dama joven que quería aspirar a una escalada social, se fijaba en él. La Mujer, entonces, era “la propiedad privada” más preciada, pues significaba o podía significar enriquecimiento (y viceversa), a través de la dote, arraigamiento familiar con la posible descendencia, y la mejor inversión a plazo largo, con los subsiguientes matrimonios de los hijos. De modo que el interés meramente sexual de Le Gris se vio de pronto satisfecho por el interés que las mujeres del entorno le mostraban, un interés de “inversión” y disponibilidad, de posible matrimonio con él, así que se entregaban con la ilusión de unirse a un hombre atractivo e interesante a largo plazo.

Cuando en los comentarios entre las mujeres se transmite un interés, es sabido que se va formando una bola de nieve inmensa hasta que el interés se hace común para todas ellas. Es como un virus que se contagia. Ocurrió antes y ocurre ahora. Le Gris se dio cuenta de que con una sola mirada y una sonrisa era correspondido por cualquier dama del mismo modo, de cualquier condición y estado social. Así que solo debía acercarse, piropear a la hermosa dama, que ya la tenía seducida de antemano, pero ellas por el mero hecho de conseguir algo que las demás deseaban. Le fue tan sencillo a Le Gris amar a Cualquier chica: en sus aposentos, en el establo, en el campo, en cualquier lado, que llegó a pensar que poseía algún don para someterlas. Llegó a trastornar su sentido de la perspectiva.  En apariencia, como Marguerite le correspondió del mismo modo que las demás, pensó que era otra más que añadir a su lista de seducciones.

En una violación no hay lugar a especulaciones. Si en una agresión sexual no hay testigos, debe demostrar la víctima rastros de dicha agresión. Cuando es la palabra de una contra de la del otro, el juez debe medir los demás hechos circunstanciales. Aunque parezca mentira, el más antiguo código de leyes que conservamos, el de Hammurabi, ya analiza y decide la culpabilidad en caso de violación. Este códice fue escrito en el año 1750 a. de C. Observad una de sus leyes al respecto:

Ley 130: Si uno violó a la esposa del otro, que no había conocido al hombre y habitaba en la casa de su padre, y se ha acostado sobre ella, si es sorprendido este hombre sufrirá la muerte, y la mujer quedará libre.

Aunque parezca mentira, esta ley escrita siguió en vigor durante 3.600 años en todo el mundo conocido (con escasas excepciones). Pero Hammurabi especificaba algunas circunstancias que exoneraban, por ejemplo, incidió en la importancia del “espacio” donde ocurriera el hecho. Si ocurría en casa de ella, y sin pruebas de resistencia, se tenía como un acto consentido y el marido debía repudiarla y multar al forastero, o matarlos a los dos sin recibir castigo por ello. Si ocurría en casa del otro, y no se demostraba el secuestro, el marido recibiría una compensación en especie o plata por parte del otro y tenía derecho a repudiar o matarla a ella.. También estas especificaciones han llegado casi hasta nuestros días, pues las leyes que rigen el adulterio son tan antiguas como el mismo matrimonio.

Cuando existe un caso sin testigos presenciales y sólo se tiene la palabra, el juez debe aclarar numerosas dudas. Eso ha sido así siempre. De modo que el interrogatorio saca a la luz toda la vida íntima de los individuos involucrados. En numerosas ocasiones se han ocultado las violaciones simplemente por ahorrarse un penoso proceso e incluso callar para que el marido no sufra el doloroso proceso, sobre todo cuando el Cristianismo añadió sus detalles jurídicos a la ley del Talión. Este sufrimiento por parte de ella ha deparado en depresiones muy graves, que entonces llamaban «ataques de melancolía». Cuando encontramos a un procesado como Le Gris, que seguía convencido de que Marguerite lo deseó y lo seguía deseando, el proceso pasó a ser una disputa como se trata a cualquier propiedad: los dos la desean, los dos se creen con derecho, así que no queda otra que pelear físicamente por ella hasta la muerte.

Se tiene este proceso ocurrido en París, como “el último duelo al que se puso a Dios por juez y al Rey como testigo” de Francia, pero curiosamente, Ridley Scott demostró en su película ambientada en el siglo XVIII, “Los duelistas”, que los duelos han seguido sucediendo hasta nuestros días. Resultan muy románticos, pero es otro absurdo de la condición humana. La Mujer no quiere ser una propiedad de nadie, pero es un final conocido del amor y el desamor, aunque no se considerara propiedad, un papel que hoy en día está cambiando y por eso pienso que Scott ha llegado más de dos décadas tarde para fijarse. Debió desarrollar este guión en vez de “los duelistas” en 1977. Seguro que de realizarlo en dicha fecha, habría roto muchos esquemas.

Scott en El Último Duelo también abusa de los tonos grises, como hemos visto en numerosas series y películas de estos últimos años. Piensa que remarca la época medieval y sus escenas de acción están muy bien realizadas (las pocas que ha rodado), pero en Gladiator la polícromía no estaba reñida con la perfección. Me hubiese gustado un último duelo a todo color. A pesar de estos esfuerzos por mostrar lo sombrío de la época medieval, creo que no se ha conseguido, como tampoco el papel de Marguerite, que no satisface en ningún sentido. Creo que no se ha explotado debidamente su figura, ni física, como interpretación escénica, ni intelectualmente. La película está valorada con un 7.5 en el IMDB sobre 56k votantes, una nota generosa, excesivamente elevada. Para mi, no debería superar los 7 puntos, porque no es una mala película, pero tiene muchos detalles que la alejan y mucho de una obra maestra. De la música ni me acuerdo, por ejemplo.

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