Siempre ha corrido el rumor de que la Prensa y los medios de comunicación estaban “comprados” y que seguían directrices trazadas por y para intereses políticos determinados. No hace falta echar mano a hemerotecas ni a libros de Historia para comprobar que dicho rumor era más bien una realidad, y prácticamente desde la creación de la prensa escrita, los poderosos han intentado dominar también a la opinión pública mediante la compra de los periódicos más importantes. Luego adquirieron los principales canales de televisión, aunque más o menos gobernantes de turno y sus opositores eran capaces de “controlar” los medios a “partes iguales” o más o menos de forma equilibrada. La ruptura de este equilibrio podía suponer, y de hecho supuso en no pocas veces, la ascensión al poder de fuerzas o partidos que no contaban en un principio como ganadores.

Pero llegamos al siglo XXI y los medios de comunicación son radicalmente distintos a los de siglos anteriores. Con la llegada de Internet, todo el aparato diseñado con siglos de experiencia, la Noticia, contempla una nueva dimensión. Cuando escribí mi primer post en Blogger, a finales del siglo XX, estando todavía todo en pañales, ya vimos lo importante de los titulares: cortos e impactantes para llamar la atención. Y un body (cuerpo contextual) directo, que no excediese de 500 palabras, separados en no más de tres párrafos, para poder intercalar imágenes (videos más adelante) y que no llevase a dudas sobre la noticia dada.

Aquellos pioneros que diseñamos este formato, ni éramos periodistas ni políticos. La mayoría éramos informáticos que probábamos nuevos programas. En esos primeros intentos (a mediados de 1.999), solamente éramos dos personas los que publicábamos en castellano, más una treintena de “amigos” de Estados Unidos, Canadá y Australia principalmente, que publicaban en inglés. En el 2003 ya eran decenas de miles los que publicaban blogs y en todos los idiomas. Mi primer blog lo intitulé “La Aldea Global” y, aunque reconozco que mi desarrollo era distinto, un blog de mismo título en inglés ganaría el premio Pulitzer unos años después de haber eliminado el mío (lo eliminé por aburrimiento).

Pero el formato que creamos y del que me enorgullezco de haber participado para adaptarlo al castellano, sería luego el “aceptable” para la indexación en los buscadores, precisamente para el más importante: Google. Una vez dedicado a otro tipo de publicaciones y desvinculado de las plataformas, se crearon las “palabras clave”, las keyword y los script para “acelerar” dichas búsquedas para los usuarios. Sin proponérselo, como casi todos los avances tecnológicos, se facilitaron y aceleraron las comunicaciones y el compartir la información casi instantáneamente, a través de los buscadores de Internet, todo el mundo está informado casi a la velocidad que se produce la misma noticia. Hemos llegado a un punto donde ni siquiera necesitamos buscar para recibir la noticia, sino que los plugin (al principio llamados robots), “lanzan” la noticia por todos los usuarios posibles, los que estén abiertos para recibirlas o, mediante spam y las dichosas ventanitas emergentes, aunque no se desee.

Pero a medida que se fue sofisticando el mecanismo de difusión, sobre todo con la aparición de Youtube, que te permite intercalar una imagen de la noticia que corrobora tus palabras, también comenzaron a crearse mecanismos de “defensa”. Cuando una noticia no interesa que se difunda, la parte “ofendida” lanza inmediatamente un video o un post, con titulares llamativos, algo que contradiga o ataque la noticia “ofensiva”. Así llevamos más de 15 años, con una sucesión de noticias contradictorias, lanzadas la mayor parte por profesionales que no son periodistas, convirtiendo el Cuarto Poder, aquello de lo que nos hablaba Thomas Carlyle, en algo surrealista y que carece ya de la personalidad por lo que fue creado. No importa que la noticia surja de medios consolidados y de gran reputación, siempre aparece otro titular contradiciendo lo dicho, en una guerra absurda y que ha llegado a confundir a todo el Planeta. Los políticos son sabedores de este turbio intercambio de titulares, así que no les importa que sus mentiras se lean, vean y escuchen, pues el Cuarto Poder ha muerto.

La parte más triste y que ha perjudicado de manera definitiva al “buen periodismo” son las fake news o noticias falsas, que merecen un post completo para explicaros cómo se deben contrastar, porque algunas son tan sofisticadas, que las leemos creyendo que están avaladas por algún gran medio de comunicación. Su mecanismo de difusión suele ser el más directo: via twitter o whasapp, donde se expande con más rapidez y se puede suplantar la personalidad de otro sin poner en peligro al que delinque, pues se considera el equivalente a una violación del correo ajeno. No tenemos remedio: estamos en la Era de la Comunicación Instantánea, del 5G, pero en vez de usarlo para nuestro beneficio y confort, lo corrompemos como todo lo que toca el ser humano.

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