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Mario Candela Vicedo (1931-2013) fue un artista y político alcoyano que desarrolló a muy temprana edad sus dotes pictóricas y artísticas en general. Es el único artista que vio expuesta una obra suya en el Museo del Louvre (al menos eso le dijeron los conservadores parisinos sorprendidos). Eso fue poco tiempo antes de morir, quizás el “premio” más anecdótico y significativo de su carrera.

Para empezar por su infancia, como la de todos los españoles que crecieron en una terrible guerra civil, ya se vería marcada su existencia por “sucesos extraordinarios”. Con ocho años de edad, vivía con sus padres en pleno centro de la ciudad de Alcoy, en la calle de La Purísima, una zona que vivió en vilo hasta 8 bombardeos aéreos dirigidos a la zona industrial pegada a orillas del río, muy cerca de la calle donde vivía la familia Candela, perpendicular al entonces recién estrenado Pont Nou, de estilo Art Decó. Su padre y abuelo trabajaban en Papeleras, en la sede de lo que fue después Papeleras Reunidas S.A., ahora desaparecida. La siguiente foto nos muestra la vista que contempló Mario desde su vivienda, reconstruida en la posguerra.

Salió de su última clase y se esperó en el zaguán de su vivienda a que regresaran los demás miembros de la familia. Sonó La sirena de ataque aéreo y Mario se refugió bajo la escalera principal. Todo el edificio se derrumbó sobre él. Por fortuna, era el único en todo el edificio. Una rejilla de ventilación le salvó la vida, una rejilla que le permitió respirar y pedir auxilio bajo toneladas de escombros. Lo único que se salvó de la bomba italiana fue un Corazón de Jesús de escayola, que podéis ver en la foto que comparto, esculpida por su abuelo José Candela a finales del XIX y que el artista Juan Ramón ha restaurado hace pocos meses. Curiosamente, la figura quedó intacta, excepto la bola del mundo que se hizo añicos. Su padre, también artista (pintor, escultor, constructor de carrozas para fiestas) le repuso una bola azul, rompiéndose también ésta a principios de los años 80s y pendiente de poner por Juan Ramón (recién 1er Premio en las Fallas de Valencia 2021).

En Bellas Artes de Alcoy Mario destacó como un alumno “adelantado”. Venido de familia de artistas, con la debida técnica y su talento innato, no se podía esperar menos. Pero los tiempos de la posguerra fueron muy difíciles para costear unos estudios superiores en San Carlos. Con 16 años realizó un óleo de graduación (examen con tema obligado) de magnífica calidad y que os comparto en fotografía. El óleo copia a un “San Francisco” de Zurbarán, pero llamadme loco, supera al original en profundidad y realismo.

Aplazada su admisión en San Carlos por motivos económicos, le aconsejan seguir la carrera militar y contempla una buena oportunidad para prosperar. Se especializa en Topografía y compagina su vocación pictórica con el servicio a la Patria. Además, en pocos años consigue un permiso especial para cursar estudios en la Academia San Carlos de Valencia, en la que va puliendo su técnica y “agrada” a sus maestros. Añado lo obvio, es la academia donde todos los artistas sueñan, una de las mejores del mundo desde hace siglos.

Es en San Carlos donde empieza a investigar sobre los volúmenes, la perspectiva y los efectos visuales, eligiendo el óleo sobre lienzo por «imperativo» de la época. Un ejercicio que siempre ejercité con sus óleos de entre los años 1955 al 1970, es precisamente los volúmenes que sus pinceladas marcan, encerrando en la misma obra otras dependiendo del lugar donde se encuentre el observador. Su cuadro “Latas”, de 1969, creo que resulta el cénit de dicha investigación, un óleo que se va formando con más fuerza a medida que te alejas, resultando una obra maestra en el punto exacto donde tu vista la ha configurado y tu mente reunido, para darle el verdadero sentido visual. Cada uno de nosotros tendrá un punto distinto como observador, de ahí lo magistral de la composición que, de cerca, parecen como brochazos y pinceladas aleatorias. Como soy miope perdido, su obra me sorprendía muchísimo, y me sigue sorprendiendo.

Desde muy joven Mario destacó en el retrato. Es a mediados de la década de los 1950s cuando los presenta con madurez y estilo definido. Los más trabajados serán los retratos realizados en su misma familia, y su obra “Tía Pepica” de 1967, es su obra maestra y también la más internacional de todas ellas, ya que estuvo expuesta en museos de México, Nueva York, Madrid y otras localidades españolas. También es la que llevó a la exposición en el Louvre de París sobre pintores mediterráneos, para luego exponerse durante dos años en la Diputación Provincial de Alicante, hasta mediados del 2012, justo unos meses antes de fallecer el Autor. El retrato pertenece a la colección particular de los Ferrando, que poseen varias obras de Mario Candela.

Terminando con su carrera militar, Mario se incorpora a Hidroeléctrica Española S. A. como topógrafo. En los años 1960s toma su residencia en Alicante, con vistas de instalarse en el campo, cerca de Mutxamel, un lugar “más apropiado” para instalar su estudio, aunque eso llegará más tarde. En esa década entre los años 1955 al 1965 se mostró prolífico, quizás enamorado de la vida, de su mujer Paqui y de las hijas que fueron naciendo. En 1961 su primo José Ferrando Candela le encargó un San Jorge “espectacular”, así que Mario realizó el primer San Jorge al óleo figurativo “expresionista” que se conoce, una obra nada común y que solamente la tecnología del momento impidió que fuese el cartel de Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy en dicho año 1962, ya que todas las litografías y copias salieron demasiado oscuras.

Sus investigaciones en el arte figurativo darían término en 1970. Los cinco años anteriores nos regaló sus obras más exquisitas y no le quedaba nada más que añadir. Por eso pasó a investigar otros materiales, volúmenes y perspectivas. Nunca dejó de lado lo aprendido por su padre y abuelo, en la escultura y la composición artística para Hogueras y carrozas de fiestas. Era algo que tenía adentro, y a partir de 1970 comenzó a componer obra abstracta y diseños fusionando materiales (collage).

Durante dos décadas (1970-1990) Mario desarrolló profundas investigaciones con materiales y su relación con el arte visual. Trabajó la madera, metales, papel y plásticos. También fue durante esas dos décadas cuando se interesó por la política, involucrándose hasta el punto de dejar su arte en un segundo plano. Su mural a la Libertad, realizado en 1978, marcó la época de mayor difusión de su arte, paradójicamente, una obra que le dio el “pasaporte” para diputado y que lo apartó del Arte. La obra entró en la Historia de Alicante (de Alberola), a pesar de estar realizada en la localidad de Elda, como síntoma de la importancia internacional y grandeza que adquirió en aquellos momentos de la Transición Española. Fue diputado desde 1979 hasta 1987. Luego se hizo cargo de la Casa de la Cultura de Alicante hasta convertirse en Consellería, y otras funciones públicas.

Ya más liberado de sus funciones públicas, desde 1990 recomenzó una prolífica producción de obras hasta el año 2001, momento en que quizás dio por terminada su investigación con los materiales que utilizó durante una década. No obstante, también nos dejó colores para geometrías donde se sale del collage para mostrarnos volúmenes en 3D muy interesantes. Los bocetos en los que trabajaba en su última década nos cuentan que nunca dejó de investigar y ensayar nuevos caminos visuales.

Algunos edificios alicantinos muestran la influencia de los diseños de Mario Candela, construidos en el último tercio del siglo XX, como el Hotel Maya y el “Edificio de Hierro” de la calle Gerona. De ellos surgieron “imitaciones” que se llevaron a los tejidos y cartelería, sobre todo en la década de los años 90s. Sin saberlo, en dicha época vestimos muchos diseños inspirados en sus collages.

En los últimos años de su vida recibió numerosos homenajes, siempre dirigidos por la Diputación de Alicante. El colofón llegó cuando se solicitaron obras de artistas mediterráneos para exponerse en París y se le pidió una obra. En esos últimos años puso algo de orden en su producción para editar un catálogo, apareciendo numerosos artistas que quisieron plasmar unas palabras, artistas de la Pintura, pero también literatos y periodistas, así como jóvenes generaciones de políticos que se inspiraron y aprendieron de su tiempo en actividad.

Todos sus conocidos, familiares (excepto su mujer, que lo animó a que se invistiera como diputado), y los conocedores de su obra en general, no se explican por qué detuvo su producción artística para dedicarse a la Política. Es en dichos años, desde 1977 hasta 1990, entre los 45 y 60 años de edad, cuando un artista muestra el mayor grado de calidad de su obra, de madurez e inspiración. Pero nadie posee una bola de cristal que nos diga “qué hubiese sido mejor si…”. Nos queda admirar lo que nos dejó este gran artista alcoyano, una obra quizás incompleta, pero suficiente como para deleitarnos en sus novedosas perspectivas del volumen y el color, pincelando con una personalidad del apasionado por el Arte y la investigación geométrica.

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